EN CONTIENDA CON DIOS

En Génesis 6:5, dice que Dios vio que el designio de los pensamientos del corazón del hombre era de continuo solamente el mal. Y, dice el siguiente verso, le dolió en su corazón.
Todos corremos el riesgo de llegar al punto en que, en nuestro corazón, no queramos nada con Dios, mas que contender con él. Los problemas, las decepciones, las dificultades, pueden llevarnos a esto.
Dios no creó al hombre para que viviera en esa miseria toda la vida.
Entonces, Dios decide raer al hombre de la faz de la tierra, y levantó a Noé para que construyese el arca. Todo esto, porque los designios del corazón del hombre, eran todos inclinados hacia el mal.
Dios puede trabajar con el pecado en tu carne. Es el pecado en tu corazón el que es más difícil.
Hay quienes, por las experiencias de la vida, han permitido que su corazón se dañe. No puedes permitir que tu corazón se degenere a tal grado en que el designio de tu corazón sea totalmente contrario al designio de Dios.
Quizás antes querías todo lo de Dios, y ahora todo lo que quieres, lo que anhelas, lo que deseas, es contrario al designio del corazón de Dios para tu vida. Y entonces, en vez de ser dirigido por Dios, peleas con Dios, luchas con él, batallas constantemente con él.
En Génesis 8:20, Noé, al salir del arca, presenta ofrenda ante Dios. Entonces, Dios percibe olor grato, olor fragante, y dice que no maldecirá más al hombre, a pesar de que el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud.
Mientras haya alguien que se presente con olor grato delante de Dios, entonces Dios podrá ver algo que antes no veía.
Dios no espera que tú seas perfecto. Él quiere ver algo que no veía antes, cuando estabas en el mundo. Él quiere ver que, a diferencia de antes, ahora, luego de cada etapa de tu vida, vas al altar y no hacia el mal.
Dios no pide que vivas una vida perfecta, sino que vivas una vida en que tu corazón pueda ser corregido, donde seas capaz de ir y volver al altar. Una vida en que, aunque dentro de ti todavía haya conflicto, tu corazón esté en el altar.
Con quien va al altar, Dios no tiene que pelear. El que va al altar, le da la oportunidad a Dios de ordenar su vida. Dios sabe lo malo que hay dentro de ti, sabe que no todo está bien, pero tu vida está segura, si cada vez eres capaz de ir al altar.
¿Estarás tú contendiendo con Dios?

ELEGIR ESPERANZA Y SANIDAD

La esperanza y la sanidad son elecciones que todos debemos tomar. Como es probable que usted sepa demasiado bien, experimentar la esperanza frustrada no es una elección que tomamos, el dolor y la desilusión son hechos de la vida. La sanidad, sin embargo, sí lo es. Tomar la sencilla, pero poderosa decisión de tener esperanza otra vez es el primer paso hacia la sanidad.

Wilma Rudolph, la triple medallista de oro en los Juegos Olímpicos de 1960 y quien fue conocida en el campo del atletismo como la mujer más rápida del mundo, dijo: “Los médicos me dijeron que nunca caminaría otra vez. Mi madre me dijo que sí lo haría. Yo le creí a mi madre”.

Wilma nació prematuramente en una familia muy pobre y la número veinte de veintidós hijos, y no le permitieron ser atendida en el hospital local de blancos. Durante los años que siguieron su madre la cuidó durante su enfermedad. Cuando Wilma contrajo polio, su madre la llevó una vez por semana durante dos años al centro médico más cercano donde aceptaban recibirla, un viaje de ciento cuarenta y cinco kilómetros ida y vuelta. La vida de Wilma Rudolph es una asombrosa historia de logros contra todos los pronósticos; pero la historia comenzó con las elecciones correctas.

Así como la campeona olímpica y su madre, usted debe escoger el poder de la esperanza. Me puedo dar cuenta de que esto pone sobre usted algo de la responsabilidad por  su sanidad, pero también es una verdad increíblemente liberadora. La sanidad, la liberación de la esperanza frustrada,es una elección que puede hacerse. La Biblia está llena de promesas con respecto a que usted tiene el poder de elegir la vida sobre la muerte. De hecho, el Señor le dijo a los israelitas que “escogieran la vida” (Deuteronomio 30:19). Usted no puede darse el lujo de escoger nunca enfrentar desafíos, pero sí tiene el poder para elegir cómo responder ante ellos. La siguiente historia lo describe muy bien:

William Carey, el “padre de las misiones modernas”, quería traducir la Biblia en tantos dialectos hindúes como fuera posible. A inicios del año 1832, su asociado encontró la imprenta en llamas. Aunque los trabajadores trataron de apagar el fuego, todo se destruyó.

Al siguiente día, otro misionero viajó al lugar donde estaba Carey. “No me es fácil darle esta noticia”, dijo. “La imprenta se quemó por completo anoche”.

Carey se quedó estupefacto. Toda su biblioteca había desaparecido, incluyendo diccionarios, libros de gramática y Biblias, así como impresiones de catorce idiomas. “El trabajo de años se ha esfumado en un momento”,  susurró.

Carey dedicó un poco de tiempo para digerir su dolor. “La pérdida es severa”, escribió, “pero no estamos desanimados. De hecho ya hemos comenzado otra vez el trabajo en todos los idiomas. Estamos derribados, pero no destruidos”.

La noticia del incendio catapultó a Carey instantáneamente a la fama en Inglaterra. Se levantaron fondos y muchos voluntarios se ofrecieron para ayudar. Para finales de ese año, se había impreso pasajes de las Escrituras y hasta Biblias completas en cuarenta y cuatro idiomas y dialectos.

El secreto del éxito de Carey fue su perseverancia. “Estamos enfrentando grandes dificultades por todas partes”, escribió en cierta ocasión, “y muchas más vienen en camino. Pero tenemos que continuar”.

William Carey eligió lo correcto. Enfrentó la adversidad y las penurias abiertamente y declaró: “De noche su cántico estará conmigo”. Usted puede hacer lo mismo. No espere otro momento. ¡Hágalo ahora! No tiene que estar bien para tener esperanza, pero sí debe tener esperanza para estar bien.