ASI LEO LA BIBLIA


Tres grandes maestros de la Biblia, escritores y conferencistas reconocidos internacionalmente, le enseñan cómo escuchar a Dios a través de la Palabra. 

 Sus métodos de estudio, modelos de exposición bíblica y testimonios personales transformarán su lectura de la Biblia.

CORAZONES DUROS, MENTES CAUTERIZADAS

Es increíble lo fácil que se nos hace caer en los errores de los que ya fuimos más de una vez prevenidos, o cometer errores en las áreas en las que ya fuimos instruidos. Pero somos así, vulnerables, fáciles para cometer errores, duros de corazón muchas veces, con cierta altivez que nos hace pensar que lo sabemos todo y que no hay nada que no este bajo nuestro control. Pero, ¿Qué pasa cuando cometes uno de esos errores de los que no hay vuelva atrás?, de esos errores en los que se te dijo una y otra vez que no fuéramos a cometer y sin embargo fuiste y caíste.

Lastimosamente tenemos que reconocer que muchas veces nuestro corazón se convierte en un corazón de piedra y sumado a que nuestra mente muchas veces se cauteriza frente al pecado, podemos llegar a la conclusión que estamos más cerca fracasar que de obtener victoria alguna. ¿Cuándo nuestro corazón se convierte en piedra?, cuando deja de latir para agradar a Dios y comienza a pensar solo en beneficios propios y en satisfacción propia. ¿Cuándo nuestra mente se cauteriza?, cuando el pecado que cometemos ya no causa en nosotros el mínimo sentimiento de culpa sino que lo vemos como algo normal, cuando en realidad no lo es. “El Espíritu Santo ha dicho claramente que, en los últimos tiempos, algunas personas dejarán de confiar en Dios. Serán engañadas por espíritus mentirosos y obedecerán enseñanzas de demonios. Le harán caso a gente hipócrita y mentirosa, incapaz de sentir vergüenza de nada.” 1 Timoteo 4:1-2 (Traducción en lenguaje actual)) 

La reflexión de este día es: ¿Cómo esta nuestro corazón?, ¿Cómo esta nuestra mente?, ¿Realmente nuestro corazón late para Dios?, ¿Realmente nuestra mente piensa solo en agradar a Dios? ¡Ay de aquellos! Que dejaron que su corazón dejara de latir para Dios, ¡Ay de aquellos! Que permitieron que su mente dejara de sentir vergüenza por pecar, ¡Ay de aquellos! Que aun reconociendo que su corazón se ha convertido en piedra y su mente se ha cauterizado no quieren hacer nada para volver a las sendas antiguas. La única forma de revertir un corazón de piedra es a través de la humildad, esa humildad que me lleva a reconocer que no estoy bien y que me debo a Dios. La única forma de revertir una mente cauterizada es a través de la sinceridad, esa sinceridad que me lleva a reconocer que nunca debo acomodarme a una vida de pecado constante. 

Hoy es un buen día para tomar como propia la Palabra que Dios declara en el siguiente pasaje bíblico: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.” Ezequiel 11:19-20 (Reina-Valera 1960)

¡Es tiempo de ser humildes y sinceros para volvernos a Dios! “Para ti, la mejor ofrenda es la humildad. Tú, mi Dios, no desprecias a quien con sinceridad se humilla y se arrepiente.” Salmos 51:17 (Traducción en lenguaje actual)

DIOS TIENE UN PLAN

Una de las frustraciones más grandes que siente el hombre es cuando, los planes que le ha presentado a Dios, no salen como esperaba. Quizás esperabas ya haber alcanzado ciertas cosas para esta época de tu vida. De la misma manera, llegan cosas a nuestra vida que no hemos planificado. Y comenzamos a esperar cosas que Dios nunca nos prometió, y vivimos frustrados porque, queriendo estar en Jerusalén, estamos en Babilonia.
Cuando hay un choque entre lo que son tus planes con los planes de Dios, tiene que haber un día donde tu llegues a quebrar tu espíritu delante de Dios y rendirte a los planes que Dios tiene para ti. El problema es que hay gente tan testaruda que, a pesar de que están en problemas, quiere seguir con sus planes, y quieren forzarle a Dios sus planes, en vez de vivir bajo los planes de Dios.
La razón por la que el pueblo de Israel cae en Babilonia es un plan de Dios, protegiendo al pueblo, y haciendo que su palabra se cumpliera. Babilonia se convirtió en el recurso financiero más grande que tuvo Jerusalén en un momento dado. Pero, ¿por qué el pueblo cae en Babilonia?
Dios tiene que sacar al pueblo de Israel de Jerusalén y llevarlo a Babilonia, porque, lamentablemente, el pueblo de Israel se convirtió en un pueblo idólatra. Comenzaron a permitir cosas que no se podían permitir. Si los dejaba allí, contaminarían para siempre a Jerusalén. Dios los lleva a lo que parecería el lugar más extraño y difícil, pero allí, en Babilonia, Dios levanta una generación como no pudo levantarla en Jerusalén.
Donde Dios hizo grande a Daniel, fue en Babilonia. Donde Dios hizo grandes a Zadrac, Mesac y Abed-nego, fue en Babilonia. Estando en Babilonia, entonces, hubo un pueblo que se levantó y dijo: No nos vamos a contaminar con lo que pasa aquí, vamos a vivir para Dios. Y, entonces, el plan de Dios comenzó a cumplirse.
Ese proceso purificó, levantó a una generación y la expuso a nuevas decisiones.
Hay gente a la que le es necesario pasar por un choque existencial; les hace falta darse contra la pared para entender que hay que cambiar y que no pueden seguir viviendo de la manera en que viven. No saben apreciar su libertad, y es bajo esclavitud que les toca decidir si van a servir a Dios o se van con la corriente del mundo.
Pero, gloria a Dios que, en medio de esas circunstancias, él levanta personas como Daniel, levanta una generación que demuestra que todavía hay adoración y reverencia para el nombre de Dios.
Lo que Dios quiere sacar de adentro de ti, en medio de la cautividad, es la excelencia de espíritu que siempre te debió caracterizar. En Jerusalén, en el mundo, no había mucha diferencia de quién tú eras, pero, en Babilonia, la gente va a darse cuenta que tú no tienes el mismo espíritu que tienen los demás.
Este momento que estás atravesando en tu vida no sacará lo peor de ti, sino lo mejor para Dios.