DESPUES DEL DOLOR

A través de la historia de la iglesia, siempre damos énfasis a la muerte de nuestro Señor Jesucristo. Durante Semana Santa, lo que generalmente se proyecta es la mitad de la historia y nos olvidamos del poder de la resurrección. Siempre vemos el sufrimiento de Jesucristo, su dolor, su problema, su agonía.
No hay nada malo en poder vivir una vida agradecida de ese alguien que sufrió por mí  tomando mi lugar. No debemos ocultar el hecho de que Cristo experimentó en carne lo que tú y yo deberíamos estar experimentando en su lugar.
Al mismo tiempo, si nos quedamos con el mensaje hasta el lugar de la cruz, lo que Él vivió  no tendría verdadero valor. El verdadero valor del sufrimiento y la muerte de Jesucristo está en el momento de su resurrección.
Si dejamos el mensaje a la mitad, nos podemos convertir en religiosos que pensamos que la vida del creyente únicamente está hecha para sufrir. La persona que no entiende el poder de resurrección únicamente se identifica con Cristo en su agonía. Y por eso es que tenemos cristianos y creyentes que buscan identificarse en el dolor, en la angustia, en la agonía, en el problema, sufrimiento y amargura.
Por eso, en muchos lugares, el énfasis es en la sanidad interior, pero eso es solo la mitad del mensaje. Tiene que haber un momento donde entiendas que la cruz no fue el final, sino que verdaderamente el poder está en la resurrección. Lo que sucedió en aquella cruz cobra significado porque, cuando Él salió de la cruz, aunque herido y muerto, se levantó una persona totalmente diferente a la que había ido en aquella cruz.
Dios quiere que entiendas que tu sufrimiento tiene final y que, de ese lugar de sufrimiento, Dios te ha llamado a vivir la vida de un resucitado.
El mensaje de “carga tu cruz y sigue a Cristo” suena bien espiritual, suena bonito, porque pensamos que, para todo lo bueno de la vida, tenemos que sufrir, sudar y vivir en agonía. Eso es tan solo la mitad de la historia porque, aunque sí tendrás problemas, tu sufrimiento nunca terminará en la cruz. Después del sufrimiento, hay una nueva vida más allá que tienes que experimentar.
Todo límite que ha querido detenerte, todo lo que ha dejado tu historia a la mitad se cancela y se mueve por el poder del Espíritu Santo, y tú saldrás con una nueva vida.

EL VELO HA SIDO QUITADO

Mateo 27:51 dice: Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.
Hay cosas que son piedras que se han puesto en nuestras vidas y en nuestros pensamientos que no permiten vivir la vida que Dios quiere que vivamos: Una vida de un resucitado con poder y victoria, que nada ni nadie podrá detener para vivir al máximo.
Una de las piedras es el pensamiento de separación de Dios. No hay un sentimiento mas difícil que aquel de vivir separado, alejado. El pensamiento que inunda a un hombre con estos pensamientos es de soledad.
La biblia dice que Dios se hizo hombre para caminar entre nosotros. Si Dios, para identificarse con nosotros a través de Jesús, sufrió los dolores de cada uno de nosotros, y él es el último Adán, podríamos pensar que, cuando Dios forma al primer Adán, Dios estaba haciéndose carne en el primer Adán. Y esto, porque Dios quería experimentar en el primer Adán, algo que él, como Dios, no podía experimentar.
Dios no conoce las cosas por experiencia, él simplemente las conoce. Hay cosas en tu vida que las conoces, y otras las conoces por las experiencias. Una cosa es conocer algo y no experimentarlo. Puedes conocer de un país, estudiar del mismo y ver fotos, pero no es lo mismo, si no tienes la experiencia de visitarlo. Dios no podía experimentar la tierra que él conocía, si no era a través del hombre. Así como los ángeles que conocen del gozo de la salvación, pero ellos no lo han experimentado como tú y yo lo hemos experimentado.
Experiencia y conocimiento son cosas poderosas. Una vez tu experimentas algo, nadie te puede convencer de lo contrario. Una cosa es conocer a Dios, y otra es vivirlo porque, cuando alguien trata de convencerte de lo contrario, es difícil porque ahora lo has vivido y lo has experimentado en tu interior. Muchos conocen a Dios, pero otros lo conocen y lo han experimentado.
Cuando Dios crea al primer Adán es porque Dios quiere tener una experiencia que no podía vivir. Dios no podía experimentar el sentir un abrazo, si Adán no lo abrazaba. Dios conocía el tener hijos, pero no podía experimentarlo hasta tener a Adán.
Cuando el hombre peca, lamentablemente se crea una pared de separación. Ya Dios no puede experimentar a través de Adán lo que quería experimentar. Entonces, se mete Dios en Cristo para vivir lo que el hombre vive, y abrir el camino a nosotros para tener la experiencia del primer Adán. Ahora Dios, a través de nosotros, puede experimentar.
Por esto es que ninguno podemos ir delante de él a decirle: Dios, lo que pasa es que tú no sabes por lo que estoy pasando. Dios te dice: Sí sé por lo que estás pasando, por eso bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tus debilidades.
Lo curioso es que, a través de la historia, el hombre, por causa de su condición, buscó maneras de experimentar a Dios, mientras Dios lo que buscaba era experimentar al hombre para eternamente mantenernos unidos. Cuando Jesucristo muere y resucita, lo primero que ocurre es aquello que separaba al hombre de una experiencia personal con Dios es eliminado. Aquello que separaba a Dios de tener un encuentro personal con nosotros se rompió, se quitó. Antes, para que pudieras experimentar a Dios y Dios acercarse a ti, había que pasar por los atrios, luego el lugar santo y el lugar santísimo. Ahora, podemos ir directamente al Dios Todopoderoso.
Un resucitado es aquel que sabe que no hay separación entre Dios y los hombres, sino que Dios puede ser experimentado y que Dios quiere experimentar lo que yo estoy viviendo. Dios puede ser vivido, no tan solo creído y sentido, sino experimentado. Que pueda haber convicción en tu corazón que aquello que no te permitía entrar y relacionarte con Él, ha sido quitado.
Párate frente de la presencia de Dios para vivir como nunca antes has vivido. Aquello que te separaba de Dios, fue quitado hace dos mil años atrás.

NO ES EL MISMO DIOS

Romanos 8:11 Reina-Valera 1960 (RVR1960) 

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. 

Es un hecho que cada persona puede decidir creer lo que literalmente le venga en gana, pero eso no le asegura que aquello que crea sea lo correcto o incluso lo que le convenga, más siempre será su propia decisión aquello en lo que decida creer. Esto que le cuento, se lo digo porque hay teorías de algunas personas que aseguran que Yeshúa (Jesús), Mahoma, y Buda son la misma persona, aunque sus enseñanzas no tengan nada que ver la una con la otra, o bien hay quienes dicen que todo se soluciona por medio del amor, pero en realidad no tienen mucha idea de lo que es el amor, saben del sentimiento, más no de la decisión y regularmente su amor esta basado en lo que sienten, que puede cambiar de acuerdo a las circunstancias y no de lo que deciden, lo cual puede perdurar a pesar de que el entorno cambie. La Biblia nos habla del yugo desigual, nos previene de no unirnos en yugo desigual y eso no se trata de que las personas de religiones diferentes no se puedan casar, sino de que no debemos de emprender ningún tipo de relación formal con personas que no creen en lo mismo que nosotros. 

Esto es delicado porque hay personas que dicen creer en Yeshúa (Jesús) porque han escuchado de Él, o porque van a alguna iglesia, ya sea católica, evangélica o de cualquier denominación cristiana y se dicen del mismo yugo (es decir que creen en lo mismo), incluso hay quienes aseguran que es el mismo Dios para todas las religiones que creen en Cristo, cuando en realidad no es de esa manera. Esto se lo digo, porque como en realidad las personas no están acostumbradas a tener respuestas de Dios y no están acostumbradas a obedecer a un Dios al que no ven (obvio no puedo generalizar), suelen ir moldeando su idea de quien es Dios a sus circunstancias y a sus situaciones personales, de modo que pueden ir 2 personas a la misma iglesia y aprender lo mismo y tener 2 dioses diferentes, que se parecen al de la Biblia. Es justo ahí donde radica la diferencia, en la Biblia, hay un montón de personas allá afuera que aseguran tener una relación con Dios y que incluso dicen amarle, que en realidad nunca se han tomado la molestia de leer la Biblia para conocer al Dios al que dicen amar, por tanto, su vida espiritual esta llena de enigmas y de ideas propias, cada persona va creando aun dios distinto según lo que cree. 

Esto llega al grado extremo donde nos encontramos con situaciones tan absurdas como que hay quienes creen que Dios es capaz de sanar a un enfermo cuando lo necesitamos o sacarnos de las deudas, pero no es capaz de mantener su palabra integra y cuidarla para que nadie la manipule, por eso luego dicen que la Biblia es un libro manipulado por los hombres, como si ganaran algo con cambiar algo que pocos leen, no lo cree? Cuando abrimos la Biblia, descubrimos a Dios, ya que ella habla del carácter de ese Dios en el que decimos creer, y descubrimos su absoluta congruencia y lo asombroso de como se manifiesta y siempre está ahí, es solo por medio de la Biblia que entraremos en el verdadero contacto con Dios. Cuando nos atrevemos a conocer a Dios por medio de su palabra, es cuando entendemos la diferencia entre el Padre el Hijo y el Espíritu Santo y su inevitable relación, como podemos estar con los 3 a la vez, pero como cada uno tiene algo especial para nosotros y cuando lo hagamos, entenderemos que vivimos en la era del Espíritu Santo quien es quien pone poder en nosotros y hace que nuestra vida sea absolutamente genial, porque somos nosotros quienes provocamos milagros y cosas asombrosas para nuestra vida, para los que nos rodean y nuestros entornos por medio de su efecto en nosotros. 

Al conocer a Dios por medio de su palabra nos daremos cuenta que no tenemos un Dios misterioso ni oculto, sino que tenemos un Dios que se place en usarnos todo el tiempo para que seamos nosotros quienes le reflejemos, pero del cual dependemos en todo para poder seguir adelante. La cita de hoy nos ayuda a entender que antes de haber conocido a Dios por medio de su palabra todo parecía muerto, pero el Espíritu de Dios es quien nos vivifica, por medio de ponernos en acción y usarnos para el establecimiento del Reino de los Cielos en la tierra.

DIOS VA CONTIGO

Jacob peleó desde el vientre de su madre. Era un luchador. Vivió creyendo que él era el bendecido, el llamado por Dios y, cuando obtuvo lo que siempre deseó, aquello lo separó de la gente que él amaba. Jacob recibió la bendición, pero tuvo que caminar solo.
Luego de obtener lo que tú quieres, en muchas ocasiones, llegan los momentos de mayor soledad en tu vida. Porque, a veces, en el mundo natural, para obtener lo que queremos tenemos que pelear con tanta gente que, cuando lo obtenemos, hemos peleado con tantos que no queda nadie a nuestro lado.
Jacob no estaba mal en vivir creyendo ser el bendecido. Dios mismo le había dicho a su madre que el segundo sería el bendecido. Por eso era que él luchaba; porque su madre se lo había dicho. Pero, ahora, cuando Jacob finalmente tiene lo que quiere, se encuentra solo.
Jacob caminó por el desierto, estuvo huyendo, corriendo, cansado, y al caer la noche, se encontraba solo. Estaba separado de su madre, de su padre, y su hermano lo buscaba para matarlo. Y, en ese momento de soledad, es cuando Dios decide encontrarse con él. Fue entonces cuando Jacob escuchó a Dios decirle lo que su madre le había dicho: Que él era el bendecido.
¡Qué experiencia! Cuando finalmente Dios te habla a ti, lo que otros te han dicho que Dios te ha dicho.
Quizás has estado tratando de obtener lo que has oído que el pastor dice acerca de ti, porque Dios lo ha dicho de ti, pero, en tu luchar, en tu batallar, lo que has hecho es vivir por la revelación que otro ha tenido acerca de ti. Pero tiene que haber un momento en que tú puedas encontrarte con Dios, para que él pueda entonces decirte lo que él siempre ha pensado de ti.
Jacob tuvo una visión: Una escalera que tocaba el cielo y tocaba la tierra. Vio ángeles que subían y bajaban, queriendo decir: Tus oraciones suben, y por la misma escalera bajan las respuestas.
Aquello le decía a Jacob que no había separación, que no importaba lo que hubiese hecho, o lo que sus padres pensaran de él, o que el hermano lo estuviese buscando para matarlo; aunque él se sintiera el hombre más miserable, Dios estaba con él. Aunque todos le habían abandonado, Dios no le abandonó.
Entonces Jacob comenzó a caminar a casa de Labán, hacia el destino que él se había propuesto. Allí tuvo que volver a luchar, pero no es lo mismo luchar con la conciencia de que Dios va contigo, sabiendo que, aunque te estén buscando para matarte y tus padres no te entiendan, Dios te habló.
Ya no se trata de que alguien te dijo que tú eres el bendecido. Se trata de que aquello que te separaba de Dios ya no existe y ahora tú lo escuchaste por ti mismo, tuviste una experiencia y, cada vez que vengan el temor y la angustia, tú podrás cerrar tus ojos y volver a ese lugar, a ese día donde Dios te abrió los cielos y te dijo: No hay separación.
En ese momento, habrás entendido que no importa lo que haya pasado, Dios va contigo.