NO SABEMOS RECIBIR

En Génesis 24, el siervo de Abraham dice que Jehová había prosperado a su amo, que este se había engrandecido, y que le había dado ovejas y vacas, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
Algunos creyentes no saben recibir. A veces, tenemos grandes problemas en recibir de parte de Dios.
Por diferentes razones, no tenemos el corazón abierto para recibir de parte de Dios. El recibir algo nos hace sentir incómodos. El que alguien haga algo por ti, te hace sentir incómodo. El que alguien te favorezca, en un momento dado, te hace sentir incómodo. Si alguien hace algo por ti, sientes que le debes el favor, y no estás tranquilo hasta que pagues el favor. No disfrutas lo que te han dado.
Cuando no tenemos la capacidad de recibir, caemos en una conciencia de estrechez, donde Dios no puede hacer nada. No podrás alcanzar el final de tu fe, si no entiendes que hay una parte de todo lo que Dios quiere hacer contigo que siempre será dada por gracia.
No se trata de que te vayas al extremo de buscarlo todo de gratis, pero tienes que entender que no va a ser tu esfuerzo únicamente lo que va a producir los grandes resultados, sino que va a llegar un momento dado en tu vida donde la fe que hay en ti, la revelación que hay en ti, va a provocar que ciertas cosas comiencen a ser añadidas a tu vida, y el favor de Dios se va a mostrar en ti.
Si todo lo que tienes, lo que alcanzas, es por tu esfuerzo, entonces no está el factor divino. Tiene que haber algo en tu vida que no tenga otra explicación que: Solo Dios me lo dio. Tiene que haber algo que tú no puedas decir que lo trabajaste, que lo luchaste, que lo sudaste.
Ciertamente hay cosas que vas a tener que luchar, cosas que vas a tener que trabajarlas, sudarlas. Vas a tener que engrandecerte, como hizo Abraham, vas a tener que poner acción. Pero tiene que haber algo dentro de ti, que muestre que hay favor divino.
Lamentablemente, en la vida de muchos creyentes, eso no existe, porque han encerrado su corazón, al grado de no poder recibir de Dios. Y, sin darse cuenta, comienzan a detener el potencial de Dios en sus vidas.
Tiene que haber un momento dado en que tú ensanches tu corazón para recibir de Dios.
¿Habrá algo en tu vida, en el día de hoy, que tú puedas decir: Esto me lo dio Dios? ¿O cuántas cosas Dios ha querido poner en tus manos y tú las habrás dejado perder, por no tener la actitud correcta, el corazón correcto, por no haberte sentido digno, merecedor?

TRABAS EN LA VIDA

Cuando el hombre siembra, en cualquier sentido de la palabra, cuando lo que tú haces no produce los resultados que debería producir, debes entender que hay algo que alinear con Dios, hay algo que arreglar, hay algo que corregir.
Dios le prometió a su pueblo una tierra que fluía leche y miel, la tierra de las promesas, la tierra prometida. Abraham sabía que, cuando él llegara al lugar correcto, y se alineara todo con Dios, y estuviera en el momento correcto, la tierra iba a responder correctamente.
Si hay algo hoy en tu vida que no está respondiendo como debería responder, tienes que buscar en dónde te has desalineado con Dios, qué cosa no estás haciendo correctamente, para comenzar a alinearte nuevamente, porque la promesa de Dios para tu vida es que él te ha dado una tierra que produce leche y miel.
Cada acción que tú hagas, la tienes que hacer por fe, bajo la revelación de Dios, y esperar los resultados que Dios te ha prometido y, si no los estás teniendo, debes comenzar a buscar.
No aceptes el fracaso como parte de la voluntad de Dios para tu vida. Acepta el fracaso como una corrección. Algo no hiciste bien. Algo no miraste bien. Quizás no consultaste con Dios, quizás no era lo correcto. Pero algo te tiene que enseñar el fracaso, para tú poder arreglar tu vida, ordenar tu vida.
El problema de mucha gente es que viven vidas desordenadas, porque no aprovechan los fracasos de su vida para alinearse con la voluntad de Dios.
Pero tú debes ser como Abraham, que sabes que Dios te prometió una tierra que fluye leche y miel, una tierra que, cuando tú siembres, va a producir, una tierra que va a reaccionar correctamente a tus acciones.
Abraham tuvo que pasar por un proceso de aprendizaje para poder obtener esa promesa, para poder llegar a ese nivel de bendición, donde todo lo que hacía le salía bien. Tuvo que pasar por un proceso de desarrollo espiritual.
En Génesis 22, se nos narra el momento en que Abraham, en obediencia a Dios, va camino a sacrificar a su hijo Isaac, quien le pregunta dónde está el cordero para el holocausto, a lo que Abraham responde: Dios se proveerá de cordero. Unos versos más adelante, luego de que Dios detuviera a Abraham de sacrificar a su hijo, dice que Abraham alzó sus ojos y, a sus espaldas, había un carnero.
Si aquel carnero estaba a sus espaldas, significa que Abraham ya había pasado por aquel lugar. ¿Cuántas veces tú has pasado de largo de la bendición que Dios tiene para tu vida? ¿Cuántas veces tú has caminado, y has pasado de largo de la provisión que Dios tiene para ti?
El carnero estaba trabado. Quizás tienes un negocio trabado, un matrimonio trabado, hijos trabados. Hay cosas que, en tu caminar, se han trabado, y tú piensas que son graves problemas para ti, pero en realidad es todo lo contrario. Lo que está trabado no es tu vida. Lo que está trabado es la bendición y la provisión de Dios, y tiene que haber un momento en que tú lo realices, y vayas y la desates.

HASTA CUANDO?

En Salmos 105:17, dice que José fue enviado delante ellos, delante de su familia, delante del pueblo de Israel. Una de las cosas que pasa en tu vida, cuando tú recibes revelación de parte del Señor, es que vives una vida adelantada. Puede que te sientas solo, pero no es que estás solo, es que estás adelante. Los demás van a recibir más tarde la revelación, pero tú vas adelante.
Puede que tus familiares no entiendan, pero tienes que dejar de victimizarte. Dale gracias a Dios por la revelación que tienes, porque eso quiere decir que Dios tiene algo preparado para ti. Él te ha puesto adelante.
Los que vamos adelante, vamos abriendo camino. No tenemos precedente. Lo único que sabemos es que hay algo en nosotros que nos hace caminar hacia al frente.
La escritura continúa hablándonos de las cosas que pasó José, como la cárcel, y nos dice que, hasta que se cumplió la palabra, el dicho de Dios le probó. ¿Cuándo terminaron los problemas de José? Cuando la palabra se cumplió.
José pasó trece años de problemas. José recibió los sueños cuando tenía unos diecisiete años. No fue sino hasta los treinta que llegó a ser el segundo en mando en Egipto, pero vivió ciento diez años. Le tomó trece años de problemas, para luego poder disfrutar los restantes ochenta años de su vida.
Después que José llegó a donde Dios quería llevarle, nunca más tuvo que enfrentar un problema como los que enfrentó. Vale el esfuerzo pasar trece años de problemas, si vas a tener ochenta de victoria. Si vas a tener ochenta años de bendición, vale el esfuerzo pasar los trece.
¿Hasta cuándo debe ser la lucha de tu fe? No hasta que se acaben los problemas, sino hasta que se cumpla la palabra que Dios ha declarado sobre tu vida. Mientras la palabra no se cumpla, habrá retos. A ti te toca escoger, si te vas a acomodar a la situación presente, o vas a provocar que la palabra que está dentro de ti cambie tus circunstancias, y se cumpla en tu vida.