LA PROSPERIDAD QUE VIENE DE DIOS

Cuando hablamos de prosperidad, no hablamos tan solo de dinero. El dinero es parte de la prosperidad, pero no lo es todo. Prosperidad son los resultados obtenidos por la obediencia a Dios y vivir una vida justa bajo los principios espirituales y morales de Dios. Cualquier persona puede obtener dinero de forma inmoral. Eso no es prosperidad. Se puede tener dinero robando, pero eso no es prosperidad. Se puede tener dinero engañando a otros. Eso no es prosperidad. 
Se puede tener dinero, y perder tu familia haciendo cosas erróneas, pero eso no es prosperidad. Prosperidad es cuando progresas, obteniendo resultados basados en tu relación con Dios. Por tu obediencia a Dios, él sí te prospera financieramente. Por obedecer los principios espirituales de la palabra de Dios, por ser una persona moral, por mantenerte firme, por perseverar, hay unos resultados en tu vida, y una de ellas puede ser también el dinero, y eso sí es prosperidad. Prosperidad es el grupo de resultados que obtienes en tu vida por obedecer a Dios y vivir una vida justa delante de él, basada en los principios morales y espirituales. 
Tú no quieres dinero de drogas, tú no quieres dinero de la perdición, tú no quieres dinero del mundo, porque ese dinero acarrea unas cosas que nosotros, que tenemos conciencia, no estamos dispuestos a sacrificar. La biblia dice que la bendición de Jehová es la que enriquece y no añade tristeza con ella. La persona que distribuye drogas, podrá tener todo el dinero del mundo, pero sabe que, naturalmente, tiene dos finales: 1. Cárcel, o 2. Muerte. 
Ninguno va a ir a otro lugar, a no ser que le entregue su vida al Señor, y Dios pueda cambiar el curso de su vida, pero, si esa es la manera en que ha decidido obtener dinero, eso no es prosperidad. Prosperidad es un conglomerado entre la familia, la salud, las finanzas, todo lo que Dios te ha dado, como resultado de tu obediencia a Dios y de vivir una vida justa, basada en principios espirituales y morales de la palabra de Dios, porque es esto lo que te permite disfrutar lo que tienes, vivir una vida de satisfacción y paz, porque sabes que lo que obtienes lo has obtenido de Dios.

DISTRACCIONES Y ENGAÑOS

La publicidad domina nuestro mundo. Estamos esclavizadas al culto de la próxima novedad. A nuestro alrededor, oímos que no podemos estar satisfechas, a menos que tengamos tal producto o tal servicio.

Y con demasiada frecuencia, en vez de solo pensar en esos mensajes, cautivan nuestro interés. La publicidad trata de hacernos sentir insatisfechas con nuestras vidas para que compremos algo que alivie nuestro descontento y llene esa necesidad que acabamos de identificar. 

Este proceso es una parte importante del consumismo, y puede nublar nuestro discernimiento espiritual. Nuestra cul tura, así como nuestros padres, esposos, amigos y jefes, nos envían el mensaje de que nunca estaremos a la altura de sus expectativas, a menos que hagamos esto o lo otro, o que no po dremos obtener la aprobación de ciertas personas si no hacemos lo que quieren (a la perfección). Estos mensajes distorsionan nuestra percepción de la realidad. Las distracciones y los engaños son como lentes gruesos que distorsionan la manera en que vemos a Dios, los problemas, las oportunidades, las emociones y las personas. Algunas mujeres solo necesitan un ajuste pequeño para ver claramente; otras tie nen problemas más serios. Si un amigo o un miembro de la familia sufriera alguna de estas enfermedades, esperaríamos, por supuesto, que consultara a un médico y recibiera la ayuda necesaria. 

De hecho, nos alarmaríamos si no tomara los pasos necesarios para recuperar su visión. Es tan importante para su salud y su felicidad, que cuestionaríamos su cordura si dejara de buscar un tratamiento. Pero, en el mundo espiritual, muchas nos contentamos con una visión borrosa de nuestras emociones, lo cual hace que deambulemos en medio de la con fusión y no disfrutemos de nuestras relaciones más cercanas como deberíamos. Nos conformamos con solo pasar el día, en lugar de disfrutar todo lo que Dios tiene para nosotras. Jesús dijo que si no tenemos entendimiento espiritual, nues tras vidas estarán en tinieblas. ¿A qué se asemeja tal oscuridad? A desesperación, ira, deseos seductores, envidia, desesperanza y agotamiento. Básicamente, lo opuesto al fruto del Espíritu. Juan escribió en su Evangelio: “La luz vino al mundo, y los hombres [y las mujeres] amaron más las tinieblas que la luz” (Jn. 3:19). Esta acusación incluye a las personas perdidas, y hasta los que creen en Cristo se sienten a veces más cómodos escondiéndose en la oscuridad que enfrentándose a la luz de la verdad. Esto se debe a la naturaleza humana. Exponerse da miedo y nos amenaza hasta lo profundo del alma. 

Algunas de las mujeres más valientes que conozco han estado dispuestas a examinarse en profundidad y a enfrentar los hechos de su vida, algunos de los cuales son magníficos y gloriosos; otros son píl doras amargas, difíciles de tragar. Sería más fácil decir: “Esas cosas no me molestan”, “No son verdad” o “Es culpa de alguien más, no mía”. Sin embargo, Jesús siempre invitó a las personas a ser completamente sinceras. De alguna manera, entendieron que Él no los condenaba, sino que los amaba y les ofrecía perdón, restauración y sanidad. 

Contestar preguntas profundas acerca de nuestras ideas puede llevarnos a más libertad, alegría y amor del que nunca imaginamos. Por ejemplo, ¿vemos a Dios como es realmente o hemos creado una imagen de Él buena pero distante, in diferente, débil, inofensiva y equivocada? Cuando leemos las Escrituras, encontramos en Cristo una mezcla de cualidades que no encontramos en ninguna otra persona de la historia. Él es soberanamente poderoso, creó la vasta expansión del universo con una palabra, pero es tierno como una madre que cuida a sus hijos. En Las crónicas de Narnia, C. S. Lewis describe a Aslan, el león noble que representa a Cristo, como un ser bueno y a la vez, aterrador. A menudo, aparece justo en el último minuto, cuando los niños están en problemas; otras veces, desaparece sin dejar rastro. Sin embargo, en cada momento de la historia, siempre sabe lo que sucede y trabaja en sus propósitos grandio sos y misteriosos. La Biblia dice que, además de ser poderoso y bueno, Dios está contigo en cada momento del día. 

¿Tu percepción borrosa hace que te sientas sola? Cuando nos sentimos solas o aban donadas, es fácil encogernos de miedo o atacar llenas de ira. Pero cuando los ojos de nuestro corazón nos dicen que Dios es Emanuel (Dios con nosotros), nos sentimos protegidas, seguras, tranquilas y amadas. Por eso, somos responsables ante Él de tomar buenas decisiones, de confiar en su bondad y fortaleza incluso en los momentos más difíciles, y de pensar y hacer lo correcto. ¿Cómo vivirías si estuvieras completamente convencida de que Dios está contigo en cada momento? Imagina cómo sería tu vida. Probablemente dejarías de murmurar, no te debilitarías de miedo, no estallarías de ira ni te sentirías abrumada por el sufrimiento. En su presencia, te deleitarías mucho más en su amor, confiarías totalmente en su fortaleza y seguirías su sabia dirección con mucho más entusiasmo hacia donde quiere lle varte. Aceptarías su gracia para tus emociones heridas. Los ojos de la fe nos ayudan a encontrar el camino hacia los pies de Jesús para disfrutar de su amor y escuchar sus ense ñanzas. Igual que los hombres y las mujeres que lo siguieron, nos damos cuenta de que su perspectiva sobre las prioridades es opuesta al modo en que el mundo ve las cosas. 

Él enseñó que la manera de alcanzar la grandeza es servir a los demás. El ca mino hacia arriba es hacia abajo, lo interno es más importante que lo externo, y los “hermanos más pequeños” son la principal prioridad de Dios. Estoy segura de que con frecuencia, las personas se alejaban de Jesús sin entender lo que había dicho. Un tema recurrente en sus enseñanzas era que la verdadera realización que deseamos no surge al llenar nuestras vidas de posesiones, posiciones y popula ridad; sino al dedicarle nuestras vidas a Él y a su causa de forma desinteresada. Les dijo a sus seguidores: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mt. 16:24-25). Los ojos de la fe nos permiten atesorar lo que Dios atesora y seguir sus caminos, aun cuando las personas que nos rodean siguen un rumbo diferente. Solo aquellos con entendimiento espiritual están dispuestos a perder su vida para encontrar verdadero significado y alegría. En vez de reaccionar ante los disgustos con quejas, podemos buscar la mano de Dios, que trabaja tras bambalinas con tenacidad, y cultivar una actitud de agradecimiento. 

En lugar de ceder ante las exigencias de los demás para evitar el dolor del conflicto, podemos decir lo que opinamos con valor y diplomacia. En vez de elegir el camino fácil y tentador de murmurar sobre una amiga, podemos con tener nuestra lengua y proponer la oración como mejor opción. Los ojos de la fe no siempre nos conducen por la senda más fácil, pero identifican el camino que le agrada a Dios y, en Él, encontramos verdadera alegría y paz. 

¿COMO RESPONDES A LA ACUSACION?


Es importante que seas establecido en la justicia de Cristo, porque eso determinará cómo vas a responder a la voz acusadora cuando estés creyendo a Dios en cuanto a grandes cosas y confiando que responderá tus oraciones.
“¿Quién te crees que eres?” 
“¿No recuerdas cómo le gritaste a tu esposa esta mañana? 
¿Por qué debería Dios darte favor para tu importante presentación en la oficina hoy?”
 “Mira cuán fácil pierdes la calma conduciendo. 
¿Cómo puedes tener la pretensión de esperar que te sucedan cosas buenas?” “¿Tú te llamas cristiano?
¿Cuándo fue la última vez que leíste la Biblia? 
¿Qué has hecho para Dios? ¿Por qué debería Dios sanar a tu hijo?” 
¿Te parecen estas acusaciones terriblemente familiares? 
Ahora bien, la forma en que respondas a esa voz acusadora mostrará lo que realmente crees. Esa es la prueba determinante de lo que crees. ¡Este es el momento de la verdad! Una persona puede pensar: “Sí, tienes razón. Yo no merezco esto. ¿Cómo puedo esperar el favor de Dios en mí para la presentación que debo hacer en la oficina cuando fui tan duro con mi mujer esta mañana?” Esa es la respuesta de alguien que cree que necesita ganarse su propia justicia y lugar de aceptación delante de Dios. Esa persona cree que puede esperar de Dios el bien sólo cuando su conducta sea buena y su propia lista de verificación de requisitos impuestos por él mismo se cumpla al máximo.
Probablemente entre en su oficina como un torbellino, todavía  ardiendo de cólera con su esposa. Lo peor de todo es que se siente aislado de la presencia de Jesús a causa de su enojo y piensa que no es digno de solicitar el favor de Dios para su presentación. Entra a la sala de reuniones desaliñado y desorganizado. Se olvida de sus puntos y habla torpemente, haciendo que su compañía pierda esa cuenta tan importante. Sus jefes se decepcionan de él y le dan una enorme reprimenda. Frustrado y avergonzado, se dirige a casa como un loco, sonando la bocina a cada automóvil que no se mueva al instante que el semáforo cambia a verde. Cuando llega a casa, se molesta con su esposa porque le echa la culpa por ponerlo de mal humor por la mañana, por su terrible presentación y por la pérdida de la cuenta principal. ¡Todo es por culpa de ella! Ahora, observa la diferencia si esa persona piensa: “Sí, tienes razón. No merezco tener el favor de Dios en absoluto porque perdí los estribos con mi mujer esta mañana. Pero, ¿sabes qué? Yo no estoy mirando lo que me merezco. Veo lo que Jesús se merece. Incluso ahora, Cristo, te doy gracias porque me ves perfectamente justo. Debido a la cruz y a tu sacrificio perfecto, puedo esperar el favor inmerecido de Dios en mi presentación. Cada uno de mis defectos, aun el tono que utilice esta mañana, está cubierto por tu justicia. Puedo esperar algo bueno, no porque yo sea bueno, sino porque ¡Tú lo eres! ¡Amén!”.
¿Ves la asombrosa diferencia? Esa persona está establecida sobre la justicia de Jesús y no en su actuar correctamente ni en su buen comportamiento. Va a trabajar dependiendo del favor inmerecido de Jesús, tiene éxito en la presentación y gana una cuenta importante para su empresa. Sus jefes están impresionados por su rendimiento y lo anotan para la próxima ronda de promociones. Él conduce a casa con paz y gozo, sintiendo el amor y el favor del Padre. En consecuencia, es más paciente con los demás conductores.
Ahora bien, ¿significa eso que esconde todos sus defectos y se hace el desentendido? ¡De ninguna manera! Este hombre, plenamente consciente de que el Señor está con él, encontrará la fortaleza en Cristo para pedir disculpas a su mujer por el tono que usó con en ella. Como ves, un corazón que ha sido tocado por el favor inmerecido no puede mantenerse con falta de perdón, ira y amargura. ¿Cuál de las narraciones anteriores muestran la verdadera santidad? Por supuesto, la segunda. El depender del favor de Dios resulta en una vida de santidad práctica. ¡Creer correctamente siempre conduce a vivir correctamente!
Oración de hoy
Padre, establéceme en la justicia de Cristo para que pueda responder con gracia cuando llegue el momento de la verdad. Aun cuando sé que he fallado, decido verme como tú me ves, en la justicia de Jesús, y espero que tu favor inmerecido trabaje por mí a pesar de mis fracasos. Gracias por el don de la justicia, que me hace reinar sobre todo en mi vida.
Pensamiento de hoy
El depender del favor de Dios y experimentarlo conduce a una santidad práctica.

EL PRIVILEGIO DE LA ORACION


La oración es algo interesante. En principio, debido a que Dios es todopoderoso, puede hacer lo que quiera en cualquier momento sin que nos involucre en ello. Sin embargo, el autor y líder de oración Bob Willhite afirma: “La ley de la oración es la ley más alta del universo, puede vencer las otras leyes al hacer posible la intervención de Dios”.
Dios estableció la ley de la oración como la fuerza que promueve que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo y, por tanto, decidió compartir con nosotros las condiciones para que esta se hiciera. No tenemos que preguntar si Dios quiere que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo porque sabemos al leer Mateo 6:10 que así es.
¿Por qué orar si simplemente le estamos pidiendo a Dios que haga lo que ya sabemos es su voluntad? Tal pregunta, por supuesto, trata de descifrar el misterio de la soberanía divina y de la responsabilidad humana. No obstante, a pesar de que no somos capaces de resolver este misterio, podemos responder la interrogante que esta encierra. La respuesta es relativamente directa: Dios en su soberanía ha escogido hacer su voluntad a través de la oración de los seres humanos. Parece ser que Dios ha escogido no hacer lo que con gusto podría hacer si los seres humanos se niegan a orar por ello. Por una parte, mezcla la oración con el privilegio. Los cristianos están invitados a trabajar junto con el Creador del universo. Si un creyente no percibe correctamente la voluntad de Dios, Dios no está obligado a contestar esa oración.
Aquí hay algunas cosas que sabemos con certeza que Dios quiere cumplir en la Tierra:
1. Quiere que las naciones sean instruidas de acuerdo a los principios bíblicos.
2. Quiere que nosotros enseñemos a las naciones según su Palabra revelada. (Mateo 28:19-20)
3. Quiere que cumplamos el papel para el cual fuimos creados y para esto ha limitado su participación en la Tierra; en vez de ello, requiere nuestra intercesión para que se haga su voluntad.
Dutch Sheets explica esto acertadamente en su excelente libro Authority in Prayer (La autoridad en la oración): Lo que Dios tenía planificado para Adán lo ha planificado también para todos los adanes, incluyendo la autoridad en el ámbito terrenal. Es por esto que Génesis 1:26 afirma: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree”. Todos los adanes, la raza humana completa, recibieron autoridad sobre la tierra.
El Salmo 115:16 confirma la intención original de Dios con respecto al mandato de dominio de la humanidad: “Los cielos son los cielos de Jehová; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres (adanes)”. La palabra “dado” proviene de un término hebreo que puede significar posesión pero también significa “dar en el sentido de una tarea”, significa “poner a cargo de”.6 Dios nos estaba diciendo a nosotros los adamitas: “Yo me voy a encargar de las estrellas, los planetas y las galaxias, pero la tierra es de ustedes, están a cargo de ella”. Es por eso que James Moffat, en su traducción de las Escrituras, añade esta porción: “la tierra que Dios ha asignado a los hombres”. Dios no abandonó el liderazgo de la tierra, pero sí asignó a los humanos la responsabilidad de gobernarla o ser los mayordomos de ella, comenzando con nuestro propio mundo privado y continuando con nuestros alrededores y el universo.
Puse en cursiva las palabras “comenzando con nuestro propio mundo privado” porque es ahí donde nosotros, como creyentes, tenemos que empezar en nuestro camino de fe a medida que aprendemos a ejercitar nuestra autoridad en oración. Volviendo al título de este capítulo, la primera premisa sobre la que necesitamos estar completamente claros es que Dios quiere que reclamemos las promesas que ya nos ha dado y que oremos por ellas con confianza.

SALIR DEL SEPULCRO

Un sepulcro me remite a una cueva, a un hueco en una formación rocosa y esto me trae a mi memoria la historia de David huyendo del rey Saúl, cuando dentro de una cueva, tuvo la oportunidad de matarlo y no lo hizo.

Sea cual sea la realidad de tu vida, está claro que la figura de un sepulcro no es agradable: simboliza muerte, oscuridad, tristeza, dolor. ¿A quién le gusta tener un sepulcro en el corazón?

Podríamos pensar que Saúl era la piedra que mantenía a David dentro de un sepulcro ¿Verdad?, y sin Saúl, ya no había piedra y sin piedra, no hay sepulcro. Recordemos la historia en 1º Samuel 24.

Vs. 3 y 4: David se encontraba arrinconado dentro de la cueva, huyendo, como si fuese culpable, como si fuese un ladrón. De pronto Saúl entra y queda a expensas de David, quién tiene la oportunidad de, a ojos humanos, acabar con el, quitar su piedra del sepul cro.

Son tantas las veces que me he sentido arrinconado dentro de mi cueva, huyendo de cosas que sé que no merezco, pienso, “si yo soy bueno, ¿porqué me pasa esto?” entonces, muchas veces son mis ojos humanos los que buscan la salida. A la mirada del hombre, Saúl estaba allí para morir en manos de David, sin embargo, David priorizó por sobre todas las cosas, la mirada divina, poder entender el propósito de Dios ante esa situación. Dios quería algo más para su vida, y matar a Saúl en ese momento, hubiera sido cortar esa bendición allí mismo.

O sea, que tenemos un punto para aprender de este hecho:

1º DEBEMOS OBSERVAR LA SALIDA DEL SEPULCRO A TRAVÉS DE LOS OJOS DE DIOS, NO LOS NUESTROS.

Vs. 6 y 7: David no fue el único en aprender de esta situación, tuvo la oportunidad de enseñar, otras personas estaban con él, lo seguían, y pudieron aprender del testimonio de David. Fue una oportunidad expansiva de la Gloria de Dios, no quedó solo para David, sino que otros capitalizaron enseñanza. Recuerda siempre: seguramente, hay personas observándote dentro de tu cueva, hasta incluso pueden estar acompañándote, o sea que:

2º TU ACTUAR, TU SALIDA VICTORIOSA DEL SEPULCRO DEBE SERVIR DE TESTIMONIO A LOS DEMÁS.

Vs. 8 al 15: David sale tras Saúl y se inclina, pone su rostro en tierra y argumenta a su favor. David comienza a quitar su piedra. Saúl era su rey así que merecía respeto, David lo demuestra. Es interesante observar cómo quitó David su piedra:

• Le muestra cómo las malas influencias de otros prevalecían por sobre la realidad que el mismo podía observar de David.
• Le recalca que JEHOVÁ lo puso en sus manos, David no se hace acreedor de lo que le corresponde sólo a Dios.
• Pone a Dios como juez entre ambos, deriva el problema al Señor, no busca el mismo su solución.

Es interesante notar que David expande la situación a otros, aparte de ellos dos: Saúl lo persigue por malas influencias, pero David actuaba correctamente, es Dios quién debe juzgarlos.

David conocía perfectamente lo que le correspondía a cada uno y derivó las acciones a quién correspondía. David no hizo la fuerza para quitar la piedra, fue Dios mismo quién la hizo.

3º PUSO EL PROBLEMA DE SU PIEDRA EN MANOS DE DIOS.

¿No has sentido muchas veces que no te quedan más fuerzas para luchar con tu problema, con tu piedra? Que por más que intentas e intentas no se quita? Entonces lamento decirte que estás haciendo la fuerza equivocada, porque Dios es el único que tiene el poder de quitarla. Si David hubiera matado a Saúl en primera instancia, sería haber quitado el mismo la piedra, y cargarse una mucho peor, la sangre de su rey, y sólo hubiese sido hundirse en un sepulcro mucho peor.

Vs. 20: Es maravilloso observar la Gloria de Dios en la vida de David. El mismo Saúl reconoce, a través de estos hechos, que estaba frent e al futuro rey de Israel. La piedra fue quitada y para siempre, David salió de su sepulcro, de su cueva, no sólo en paz, sino con el reconocimiento de una victoria mayor.

Es hora de salir del sepulcro, de pedir al Señor una mirada espiritual para conocer la salida, es dejarle nuestra piedra en sus manos, de verdad, es dejar que Él haga la obra, es cuidarnos de los malos consejos que nos desvía la mirada de nuestro Padre, es salir, en victoria, no sólo con el gozo de la libertad, de respirar el aire fresco, sino camino a recibir más aún, porque cuando Dios te saca de la cueva, como a David, es para ponerte a reinar, sobre el lugar que te pertenece, Dios no es un Dios de cuevas y sepulcros, es un Dios de altos montes, porque fue en la cima del monte, clavado a una cruz, donde venció realmente a la muerte, no dentro de un sepulcro.

¿QUE TE FALTA POR ENTREGAR?


En una ocasión un joven rico se presento delante de Jesús y le pregunto: “Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?” Mateo 19:16 (Reina-Valera 1960). Nuestro Señor Jesús le contesto citándole los mandamientos que tenia que guardar, sin embargo este joven era un practicante de esos mandamientos y por eso le contesto: “El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” Mateo 19:20 (Reina-Valera 1960). Fue allí en donde nuestro Señor Jesús entendió que se trataba de un joven que tenia la intención de agradar a Dios, pero había algo en él que no le permitía a totalidad ser ese hombre que él pensaba o quería ser, por eso nuestro Señor le dice: “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” Mateo 19:21 (Reina-Valera 1960).
El joven al escuchar las palabras del Maestro se entristeció, la Biblia lo relata de la siguiente forma: “Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Mateo 19:22 (Reina-Valera 1960).
Al igual que el joven de la historia bíblica muchos de nosotros hemos decidido agradar a Dios en todo y a veces hemos considerado que lo estamos logrando, pero muchas veces hay cosas que sin darnos cuenta no hemos entregado al Señor.
Si este día le preguntarás al Señor: “¿Qué me falta para agradarte?” Y Él te respondiera señalando alguna área de tu vida, ¿Serías capaz de dejar de hacer eso?, ¿Serías capaz de entregar a Dios esa área?, ¿Serías capaz de renunciar a esa amistad o relación?, ¿Serías capaz de deshacerte de ese ídolo que has construido?, ¿Serías capaz de tomar esa decisión tan difícil pero necesaria?
No vamos a negar que todos tenemos áreas de nuestra vida que muy bien sabemos que tenemos que mejorar. La gran mayoría de nosotros sabemos que es aquello que nos está causando tropiezos o sentirnos indignos delante de Dios, sin embargo muchas veces no hacemos nada por solucionar ese problema, no hacemos nada por dejar ese mal hábito, no hacemos nada por decir NO a ese pecado y seguimos viviendo con eso en nuestra vida.
Hoy te hago una pregunta directa:

¿Qué es lo que te falta entregar?

Sé sincero contigo mismo, examina este día tu vida, tu corazón, tus pensamientos y detecta aquello que hasta este día no le has entregado al Señor y con toda humildad reconoce tu falla y entrega en las manos del Señor eso que tanto te ha estado afectando.
Ya no es tiempo de seguir viviendo con esas piedras en los zapatos que te impiden caminar correctamente. Es hora de detenerse, detectarla, sacarla y comenzar a caminar como Dios se merece que caminemos.
La clave para ser agradables a Dios esta en la suficiente humildad que tengamos para reconocer que tenemos un problema o una área que no le hemos entregado al Señor. Desde el momento que reconocemos que tenemos un problema comienza el Espíritu Santo de Dios a obrar en nuestra vida dándonos la capacidad para salir adelante y solucionarlo, dándonos el valor que necesitamos para tomar las decisiones que haya que tomar.

¿Estas dispuesto a entregar a Dios todo?

DEJA QUE DIOS SEA DIOS


Es imposible obtener la promesa de Dios, si no tienes paciencia. Quizás llevas mucho tiempo esperando, pero ¿cuánto esperó Dios por ti? Y, verdaderamente ¿estás tú esperando en Dios, o es él quien está esperando por ti?
El hecho de que vayas a la iglesia, y tengas un pensamiento positivo, no quiere decir que estés esperando en Dios. Dice la biblia que es con fe y paciencia que se alcanzan las promesas. Fe, y paciencia. Fe, y saber esperar. Fe, y creer que algo va a pasar. Fe, y seguir esperando. Fe, y seguir tratando. Fe, y seguir creyendo.
La persona que no tiene paciencia se debilita, cuando en realidad el tiempo de espera debería fortalecerte. Abraham no se debilitó en la fe, sino que se fortaleció, y añade que se fortaleció dando gloria. En medio de tu espera, tú te fortaleces dando gloria.
¿Cómo saber si no tienes paciencia? Porque estás debilitado. Si sientes que no tienes fuerzas para continuar, lo que te falta es paciencia, porque el que tiene paciencia se fortalece. Si has perdido las fuerzas es porque piensas que tu fuerza viene de alcanzar algo en específico.
¿Por qué mucha gente no tiene paciencia? Porque muchos están desesperados, pensando que Dios tiene que resolver las cosas en un orden en específico.
El problema de muchas personas es que están atando la promesa de Dios, al orden que ellos han establecido que deben ocurrir los eventos. Entonces, puedes estar esperando un evento en específico que, en el orden de Dios, puede que sea el último. Mientras tanto, otras cosas están pasando, pero como tu fe está puesta en que algo en específico ocurra, no te das cuenta.
En un mismo capítulo de la biblia, Jesús sanó a tres personas, cada uno de manera diferente. Una mujer tocó el borde del maestro, porque creyó que, al tocarlo, quedaría sana. Si ella creyó que sanaría al tocarlo, si no lo hacía, no sanaría.
Jairo le pidió a Jesús que fuera a su casa, y tocara a su hijo. La mujer creyó que sanaría al tocarlo, pero este hombre creyó que su hija sanaría, al ser tocada por Jesús. Y, en ese mismo capítulo, otro hombre, el centurión, le dijo a Jesús: Envía la palabra.
Cada uno de ellos sujetó el milagro, a como ellos pensaban que tenía que ocurrir. ¿Qué pasó con la mujer de flujo de sangre? Tuvo que coger golpes, y arrastrarse, porque ella sujetó su milagro a que ella tenía que tocarlo. ¿Tenía ella que pasar por toda esa humillación para recibir su milagro? No. Pero, ¿quién sujetó el milagro a eso? Ella. ¿Qué pasó con la hija de Jairo? Se murió. Cristo tuvo que decirle: Cree solamente. Cristo tuvo que llegar allí, y entrar en contacto con la niña. ¿Por qué pasó todo esto? Porque Jairo sujetó el milagro a que Cristo llegara allí. ¿Qué pasó con el centurión? Él dijo: Envía la palabra. Jesús así lo hizo, y el criado de aquel hombre fue sano en aquel momento.
¿Cuál fue mejor de los tres? No podemos menospreciar a la mujer de flujo de sangre por sujetar su milagro a tocar al maestro, porque ella recibió su milagro. No podemos menospreciar a Jairo por haber sujetado su milagro a que Jesús fuera y tocara a su hija, porque él también recibió su milagro. Los tres recibieron el milagro.
Simplemente, son tres perspectivas diferentes. Lo que no debe pasar es que haya un cristiano que, después sujetar su milagro a tocar el borde del manto, se siente a quejarse de todo lo que tuvo que sufrir para alcanzarlo. Dale gloria a Dios por haber recibido el milagro, y sigue hacia adelante.
¿Por qué mucha gente pierde la paciencia? Porque son ellos quienes han sujetado cómo se va a hacer su milagro, cómo se va a dar la promesa.
Deja que Dios sea Dios. Tú sigue creyendo, sigue trabajando, sigue haciendo lo que tienes que hacer, pero no sujetes tu vida, ni lo que Dios quiere hacer, a un acto en específico, porque entonces debilitarás tu fe, y limitarás la manifestación del poder de Dios en tu vida.

¿QUE TE HA DICHO DIOS?


Nos resulta más fácil creerle al que se esconde detrás de una computadora, a través del Internet, y lo que dice son tonterías. Y después te preguntas por qué estás tan lleno de tristeza y depresión.
¿De dónde viene tu esperanza?
Tu esperanza debe venir, no de lo que dice la gente de ti, sino de lo que dice Dios de ti. Él dice que tú eres un más que vencedor en Cristo Jesús. La palabra dice que Jehová es tu pastor, y que nada te faltará.
Tú no debes querer nadie al lado tuyo que te haga perder la esperanza que Dios te ha dado. Que se vayan con su negativismo a otro sitio. Tú debes estar convencido –al punto que nadie te convenza de lo contrario– de que Dios te quiere próspero, bendecido, feliz, en victoria.
Quizás no siempre has estado arriba; has estado abajo, pero sabes que, cuando has estado abajo, lo que te queda es ir para arriba, porque la biblia dice que tú eres cabeza y no cola, que estás arriba solamente y nunca vas a estar debajo.
¿De dónde viene tu esperanza? ¿Del periódico? ¿De las circunstancias? ¿De tu chequera? ¿De un banco? ¿De que otro diga si tú te mereces la casa o no? ¿Otro va a determinar lo que vas a tener y lo que no vas a tener? Si te han dicho que no ya tantas veces, es porque no has ido a buscar la información en el lugar correcto.
Muy probablemente, tu estado de ánimo hoy está totalmente ligado a lo que tú ves y a lo que tú escuchas, a la gente que te rodea, a lo que la gente a tu alrededor piensa, cuando realmente tu estado de ánimo, y tu vida, deben estar atados a la esperanza.
¿Qué vas a creer? ¿Lo que Dios dice, o lo que dice el mundo? ¿Vas a creer cuando tus hijos dicen que no quieren saber nada de ti? ¿O vas a creerle a Dios que él va a cuidar de tu casa y de tus hijos? ¿Vas a creer lo que dice el médico? ¿O vas a creer lo que Dios ha dicho: que por su llaga tú has sido curado?
Ha habido gente que ha creído, y no les ha pasado aquello que creyeron, pero es mejor morir creyendo, a que la gente sepa que fuiste un incrédulo toda tu vida. Hasta lo último, tienes que creer. Hasta el último momento. Que, cuando te entierren, no se diga que entierran a un incrédulo, sino a alguien que tiene fe, a alguien que cree en un Dios soberano.
La esperanza de Abraham no venía de tus circunstancias. Dice la biblia que su cuerpo ya estaba como muerto, pero Dios le había dicho que le daría naciones.
¿Qué te ha dicho Dios?

LA FE TE HACE JUSTICIA


En Romanos 4, Pablo está debatiendo el tema de la justificación del hombre, usando como ejemplo a Abraham.
En Génesis 17, Dios le pide a Abraham que se circuncide, como señal del pacto que estaba estableciendo en aquel momento; Dios le constituyó padre de muchas gentes. El hecho de que Abraham se circuncidara era señal de que la semilla que él iba a depositar era una semilla para Dios.
Lamentablemente, la tradición, la religión en aquellos tiempos, tomó el acto de fe, como un acto religioso. Querían que todo el mundo se circuncidara, porque el que no estaba en la circuncisión, entonces, no estaba dentro del pacto.
Pablo dice que no se trata de la circuncisión carnal, sino de la circuncisión del corazón. Estaban debatiendo y Pablo dice que fue cuando Abraham creyó a Dios que le fue contado por justicia, y no después de la circuncisión. Pablo hace la aclaración de que le fue contado por justicia, no por el acto de fe, sino por el corazón que lo llevó a realizar el acto, dentro de ese momento de fe.
Hay cosas que Dios pide que nosotros hagamos por un tiempo, por un momento, para algo en específico, pero que no son destinadas a repetirse más allá del corazón o la intensión con la que se hicieron.
Hay unos actos que el Señor nos pide en un momento dado, para reforzar la intención del corazón, y la revelación que hemos recibido, pero no deben ser tomados como actos religiosos que se tienen que repetir para obtener algo por la repetición, sino que debemos entender la intención con la que se hicieron, el espíritu con el que se hicieron, para poder recibir ese espíritu con el que se hizo, y poder aplicarlo a nuestra vida.
¿De qué le sirve a una persona estar físicamente circuncidada, y no tener el corazón circuncidado? ¿De qué sirve, si el corazón no ha sido limpiado? Absolutamente de nada, porque nuestra relación con Dios no es por las obras.
Dice Pablo, en Romanos 4:13, que no fue por la ley que se le dio promesa a Abraham de que él y su descendencia heredarían el mundo, sino que fue por la justicia de la fe.
La fe te hace justicia. La justicia que no te hace el hombre, Dios la hace en tu vida, por fe en Cristo Jesús. 

CIENCIA Y FE

Génesis 1:2 Reina-Valera 1960 (RVR1960) Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. 

Ha habido sucesos que cambiaron al mundo o que lo impactaron de una manera que jamás se ha podido olvidar de ello, algunos ejemplos son el cruce de los Israelitas por el mar rojo, la caída de la muralla de Jericó, o el rescate de las especies por Dios en el arca construida por Noe. Estos sucesos han impactado al hombre de tal manera que han retado la fe aún de aquellos que dicen no creer, y han generado a muchos el gastar grandes cantidades de dinero en investigar si esos hechos fueron realmente ciertos. He visto innumerables documentales sobre el arca que construyó Noe y si en realidad existió y su posible paradero, en recientes fechas vi un documental de lo mas interesante de cómo habría sido posible el hecho de que el mar rojo se abriera para que los Israelitas pasaran por en medio de el y explicaba hechos y sucesos naturales relacionados que pudieron haber hecho que así sucediera, por otro lado, otro documental hablaba de una falla tectónica que pasaba justo por debajo de Jericó y que fue la que causó un temblor el cual hizo que cayeran los muros de la ciudad. 
Lo más interesante del asunto es que los mismos investigadores no tienen otra opción mas que reconocer que a pesar de que puede ser comprobado científicamente el hecho de que el mar se abriera o bien que fue un temblor el que derrumbó los muros, tuvo que ser una gran casualidad o bien un ser sobrenatural el que supo que esto iba a pasar para enviar justamente al mismo pueblo a esos 2 lugares en el momento preciso del acontecimiento. Todas las personas creemos en lo sobrenatural, algunos por fe, algunos por ciencia, pero todos sabemos que hay alguien superior que tiene el poder sobre lo que vemos y lo que no vemos, aún aquellos que alegan no creer lo hacen, lo interesante empieza cuando tratamos de tener acceso a eso sobrenatural. La Biblia nos dice que si nuestra fe fuera tan pequeña como un grano de mostaza, podríamos literal y físicamente mover montañas y no es que no haya habido hombres que no hayan tenido una fe así, de hecho yo conozco a muchos que tienen una fe mayor a un grano de mostaza, pero que no han movido una montaña aún, y sabe por qué es esto?, simple, porque el mover una montaña no honra a Dios de ninguna manera, quien tiene fe, tiene fe en lo que está escrito y no en lo que quiere, el poder está ahí, sólo faltaría el propósito para hacerlo, el día que exista, verá a cientos si no es que a miles de hombres por toda la tierra moviendo montañas. Ahora bien, como sabe un hombre que debe y que no debe de creer?, la mejor y mas adecuada manera de saberlo es leyendo la Biblia, ahí viene contenido aquello a lo que hemos sido llamados y como entramos a la dimensión sobrenatural. 
Cuando hablamos de lo sobrenatural, podemos entender como es que funciona, y entendámoslo desde el punto de vista de Jesús, a Él no se le ocurrió de la nada el caminar sobre las aguas y acercarse a los discípulos, simplemente imitó a Dios Padre quien lo hacía desde la fundación de la tierra, pero no tiene que ver con el milagro de hacerlo, sino con el cumplimiento de la palabra, Jesús fue obediente de la ley de los hombres y la ley de Dios eso desató en Él el poder de lo sobrenatural y quiso poner ejemplo a sus discípulos de lo que serían capaces si quitaban sus ojos de las cosas de la tierra y los ponían en las cosas del Reino de los Cielos, al grado de Pedro lo pudo constatar, por mientras vio a Jesús y pudo ver su identidad celestial en Él, caminó con la misma gallardía que Jesús, pero le bastó verse a sí mismo y en donde estaba parado para hundirse rápidamente. Cómo explicamos esto?, es así de sencillo, las personas quieren escuchar la voz de Dios y dicen tener dificultad en hacerlo, y sabe por qué es esto?, porque creen que Dios les hablará acerca de ellas mismas y sus asuntos, siendo que esto jamás sucederá, ya que Dios tiene cosas mas importantes que hablarnos que de nuestro día a día, y nos lo advirtió en Mateo 6:33, cuando nos invito a buscar su Reino y por medio de ello, las cosas pequeñas de nuestra vida habrían de acomodarse solas. 
Por tanto, otro hecho que ha ocupado a muchos hombres ha sido el caminar sobre las aguas, y no han entendido que esto tiene un doble significado, primeramente el agua simboliza la palabra de Dios, el que se mueva por encima de la palabra, es decir la use como su fundamento para todo lo que haga, podrá y tendrá la capacidad no solo de caminar físicamente sobre el agua, sino abrir mares y derribar muros con sólo invocar el nombre de Jesús, siempre y cuando esto de honra a aquel que pone el poder en su persona.

MAS QUE VENCEDOR

Aunque no nos demos cuenta, nuestro mayor enemigo no es el diablo, sino nosotros mismos. El diablo solo tendrá el poder que nosotros le cedamos. Si le prestamos atención, si logra que guardemos en nuestra mente los dardos que nos lanza y que lleguemos a repetir esas ideas con palabras, entonces él estará ganando la batalla. Debemos rechazar todo pensamiento contrario a la promesa. ¡Levanta el escudo de la fe y ejerce dominio sobre toda idea que se levante contra lo que Dios te ha dicho! “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo . . . ” (2 Corintios 10:5). 
Debes llenar tu mente con la Palabra de Dios. ¡Si tienes mente sana, tendrás vida sana! Tenemos que reconocer que lo que pensemos, creeremos, y lo que creemos, experimentamos. La batalla la ganas en la mente Hay cristianos que dan demasiada atención al diablo; hasta le dan gloria sin darse cuenta cuando se asombran de cada una de las victorias que él obtiene. El enemigo es mentiroso, sabe retorcer las cosas, sabe decir medias verdades, e infundir temor y duda. Él intentará engañarnos. Como cazador, Él es paciente y perseverante para conseguirlo. Por eso es tan importante que siempre llenemos nuestra mente con la Palabra de Dios. 
La fe viene por el oír la Palabra de Dios. Necesitamos alimentar nuestra fe de forma continua porque si dejamos que los pensamientos del enemigo se conviertan en malas hierbas en nuestra mente, comenzarán a crecer y a ahogar la semilla que Dios nos ha dado. Tienes que saber que el diablo no te puede forzar a hacer algo, pero te puede convencer para que lo hagas. 
El enemigo solo puede ganar terreno en tu vida si tú se lo permites primeramente en tu mente. Seamos conscientes de que nuestras acciones serán el resultado de lo que se ha permitido y recreado en la mente. ¡Cuidemos lo que pensamos! Frenemos las intenciones del enemigo desde el momento que nos lanza sus ideas. Reconozcamos y resistamos sus intenciones. Jesús nos enseña que una persona peca, no cuando comete el pecado, sino cuando le ha dado acceso en su mente. “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). 
 Todo comienza en la mente. Si le permitimos al enemigo convencernos, así actuaremos. Él comienza levantando un argumento que tú tendrás que reconocer que va en contra de lo que Dios ha dicho. “Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo . . . ” (2 Corintios 10:5). 
Tienes que saber que si le das lugar, caerás en la trampa del enemigo. Las acciones son el resultado de lo que se ha permitido y recreado primero en la mente. Tendrás que ganar la batalla de la fe en tu mente, antes de ver la victoria físicamente.

ANSIEDAD

La ansiedad es una angustia del alma, es sufrimiento, tormento, agonía, dolor, aflicción, pena, desazón, pesar, aflicción y confusión. Millones de almas caminan con una gran carga de ansiedad todos los días. Es una emoción caracterizada por la preocupación. En muchos casos puede haber cambios físicos, como el incremento de la presión arterial, nerviosismo, mareos, sudor, temblores o ataques de pánico. 
En muchos casos la ansiedad lleva a la depresión. A las personas ansiosas muchas veces las obsesiona la incertidumbre del futuro. Los humanos tenemos tendencia a preocuparnos por todo. Por eso nuestro Padre Dios nos reprende con estas palabras: No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que Él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús (Filipenses 4:6–7, NTV). 
El problema de la ansiedad es que puede paralizar a una persona si esta permite que se infiltre en su mente y controle su vida. Comparo la ansiedad con un hábito. Una vez que hace su debut, si no se lo trata como a un intruso, seguirá viniendo y armando lío. Así como el comerse las uñas se transforma en un hábito, la ansiedad y la preocupación también se pueden convertir en un hábito. Como cristianos tenemos en nosotros el poder de Dios para superar la ansiedad, pero debemos aprender a detener y echar fuera estas emociones que nos atormentan antes de que se conviertan en okupas. A millones de personas les prescriben psicofármacos para los trastornos de ansiedad, y eso nos da una idea de cuán generalizadamente afecta a nuestra sociedad esta epidemia de ansiedad. 
El noticiero CBS News dice que en esta era de ansiedad el “Xanax es un solución conveniente para calmar el estrés. Es lo que en los 90 era el Prozac. Es la droga para la salud mental más recetada se realizaron 46 millones de recetas en 2010; parecería que todo el mundo lo toma. Pero su popularidad tiene un precio: los informes marcan un crecimiento de la adicción, el abuso y las sobredosis.” Los desórdenes de ansiedad pueden surgir en respuesta a situaciones estresantes como preocupaciones financieras o enfermedades crónicas. Jesús sabía que estas preocupaciones conducen a la ansiedad, depresión, enfermedad e infelicidad, pero Él no ofrece Xanax ni ninguna otra clase de psicofármacos; en lugar de ello, ofrece su paz y protección. Sus instrucciones son muy simples: No se preocupen por nada, díganle lo que necesitan, oren por todo y agradézcanle por todo lo que Él ha hecho. 
A cambio, Él nos promete una paz que excede cualquier cosa que podamos entender y protege nuestros corazones y nuestras mentes de los terrores del enemigo. Nosotros lo hacemos difícil. 
En realidad, es tan sencillo que muchos de nosotros nos perdemos esta enorme promesa de Dios. “Satanás, ¡mis promesas no son tuyas!” es una confesión que debemos hacer cada mañana como un recordatorio de la promesa de Dios contra la ansiedad, la preocupación y el estrés: las emociones que afectan todo lo demás en nuestra vida.

FINANZAS Y EL ORDEN DE DIOS

El libro de Proverbios nos ofrece varias enseñanzas muy sabias sobre la administración del dinero como Dios manda. Una de mis favoritas está en Proverbios 21:20: “En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio (una versión dice “el tonto”) todo lo despilfarra”. Mediante este proverbio, Dios nos enseña sobre el ahorro. 
La vida patea y necesita tener un colchón financiero. Este colchón es una cuenta de ahorros solo para las emergencias. Imagínese que los miembros de su iglesia tuvieran $1,000 ahorrados y de pronto se les descompone el carro. La mayoría de la gente usaría una tarjeta de crédito o quedaría endeudada con el mecánico. En este caso, en vez de usar el dinero de los diezmos, usarían sus ahorros. El alivio que va a sentir su congregación cuando tengan el dinero para cubrir emergencias es increíble. 
Lucas 14:28-30 dice: “Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.” ¿Acaso no nos está diciendo Dios que tengamos un presupuesto? Nosotros debemos ser mayordomos del dinero de Dios. Un mayordomo es un administrador de los bienes de otra persona. Tenemos que entender que solo somos administradores de sus bienes y todo lo que Él ponga en nuestras manos deber ser administrado para su gloria. Esto significa, que necesitamos tener un plan para poder dar de los que Él nos ha dado. Proverbios 22:7 dice, “Los ricos son los amos de los pobres; los deudores son esclavos de sus acreedores”. Dios nos dice que planifiquemos nuestras compras ahorrando, para no adquirirlas a crédito. Los miembros de su congregación están bajo el yugo de las deudas como consecuencia de no planear sus compras. 
Cuando fracasamos en planificar, estamos planificando fracasar. Así que, nos sobra mes cuando se nos acaba el dinero y se nos dificulta dar con regularidad. También no enseña a cómo salir de las deudas en Proverbios 6:3-5. Nos anima a deshacernos de la posición de fiador, que es otro término para estar endeudado y dice: “entonces has caído en manos de tu prójimo. Si quieres librarte, hijo mío, éste es el camino: Ve corriendo y humíllate ante él; procura deshacer tu compromiso. No permitas que se duerman tus ojos; no dejes que tus párpados se cierren. Líbrate, como se libra del cazador la gacela, como se libra de la trampa el ave.” Para librarse del cazador, las gacelas no andan tranquilamente como en la plaza; corren con todas sus fuerzas porque sus vidas dependen de ello. De la misma forma, una persona endeudada no puede liberarse de sus cargas a menos de que asuma una actitud de urgencia. Su vida y la de su familia dependen de esa misma intensidad de gacela para salir de las garras de las deudas. 
Tome esto muy seriamente y ayude a su congregación a salir de las deudas y manejar el dinero como Dios manda. Creo que éste es parte de su trabajo como líder: ofrezca las herramientas y recursos que la gente necesita para cambiar. Inicie grupos pequeños para promover el apoyo y estímulo entre ellos. Si ellos logran vivir bajo un presupuesto y salir de las deudas, el dar sucederá de forma natural. Comparta y explique estos y otros pasajes bíblicos a su congregación. En vez de hacerlos sentir culpables por los errores que han cometido, muéstreles cómo cambiar su futuro. Cuando empiece a compartir estas verdades con su iglesia, muchas vidas serán transformadas al ir eliminando esos obstáculos financieros que les han estorbado para dar. Los cambios que pueden suceder en sus vidas, los convertirán en dadores constantes para el reino de Dios. 
¡Imagínese! Imagínese, lo que su congregación podría hacer si estuviera libre de deudas. Imagínese, si en lugar de pagar $400 a una tarjeta de crédito o a un carro, se los dieran a la iglesia cada mes. Cuando los pagos mensuales y los intereses no obstaculicen a su congregación para dar, cosas increíbles van a suceder. 
Lo dejo con esto: ¿qué podría lograr el pueblo de Dios para Su reino, si no tuviera deudas?

¿POR QUE TE VISTES ASI?


Cuando te vestiste esta mañana, ¿por qué escogiste esa ropa? 

¿Acaso cerraste los ojos, metiste la mano en el ropero, y agarraste la primera camisa, blusa o vestido que tocaste? O, ¿tenías algún propósito al momento de escoger esa ropa? 

¿Querías lucir bien? ¿Querías impresionar a alguien? 

¿Querías quedar bien con tus amigos, con tus clientes o con tu jefe en el trabajo? 

Permíteme hacerte otra pregunta. 

Mientras estabas frente al espejo, ¿recordaste que Dios te estaba mirando? 

¿Sabes que él te observa ahora mismo? 

¿Sabes que él observa tu ropa, tus zapatos, tu cabello… y conoce cada intención y motivo de tu corazón? 

¿Sabes que a él le importa tu forma de vestir?

 Por favor, aparta un rato para leer las siguientes páginas. Mi oración es que este libro te anime a obedecer a Dios en tu manera de vestir.

EL HABITO BAJO EL QUE SE GUARDABAN SECRETOS...


¿Cómo una persona que vestía un hábito religioso pudo hacer tanta maldad? Cuesta creerlo.
01 DE FEBRERO DE 2013
 Hasta los años 50 ocurrió en las cárceles franquistas y en los hogares de maquis o mujeres destacadas en la República como un método más de represión política. A partir de entonces y durante 40 años más, el robo de niños se perpetró en clínicas de toda España, la mayoría ligadas a la Iglesia.  ( El País el 12 de mayo de 2012).

 La muerte y el entierro de sor María Gómez Valbuena, imputada en el caso de los niños robados, fue ocultada durante unos días de la misma manera que ella guardó durante años los secretos de los destinos de los bebés de los niños y niñas robados bajo su hábito de religiosa.  

No he podido evitar pensar cómo se sentiría durante sus últimas horas de vida y si el remordimiento pudo ser paliado con medicamentos, pensar en el sacerdote que la confesó y cuál fue la penitencia a su pecado. ¿Le dieron la extrema unción o la unción de los enfermos, esa gracia especial que concede la iglesia católica para fortalecer, reconfortar y preparar para el encuentro con Dios?

Me inclino a creer, quizás por la necesidad que mi mente tiene de encajar piezas, que esta mujer se ha arrepentido por lo que hizo, el Señor le ha concedido tiempo suficiente para hacerlo, pero no entiendo la actitud mantenida durante años.

No se comprende que casos así pudieran ocurrir. Monjas, curas y médicos están acusados de este delito. La trama de quitar bajo amenazas tantas criaturas a sus madres fue una verdadera aberración. No hay causa que justifique tanto dolor.

 ¿Cómo una persona que vestía un hábito religioso pudo hacer tanta maldad? Cuesta creerlo. 

Está muerta. Sin embargo, algunas asociaciones se niegan a creer la noticia y están pidiendo la exhumación del cadáver porque después de tantos avatares no creen que esté muerta. Ella les daba a las madres esa misma excusa cuando preguntaban por sus recién nacidos.

Sor significa hermana. Era la hermana María Gómez Valbuena. La hermana en Cristo María Gómez Valbuena, admitida y respaldada por una comunidad. Religiosa significa que tiene religión y la profesa con celo, fiel y exacto en el cumplimiento del deber.

Todos estos apelativos los mostraba en los vestidos de su orden.

 El hábito no hace al monje, dice el refrán, está claro que a la monja tampoco, pero ¿dónde estará guardado ahora el hábito de María Gómez Balbuena?  Confío, Dios lo quiera, en que dentro de unos años no la den por mártir y vendan sus reliquias, pues, para todos aquellos devotos que participaron comprando o adquiriendo de diferentes formas bebés que no eran suyos, es posible que fuera una santa ya que están ayudando a mantener sus secretos.
 
Autores: Isabel Pavón
©Protestante Digital 2013