DEMENTE

EL MILAGRO DE ALMOLONGA

ALMOLONGA CIUDAD MILAGRO

BENDICIONES


“¡Que Dios le bendiga!”. La gente lo dice continuamente y piensa que eso es bendecir a alguien. En realidad no lo es. Se trata de algo más que eso. Decir: “Que Dios le bendiga” se ha convertido en un saludo tan común o en un relleno espiritual para cualquier ocasión que el poder de la bendición se ha perdido quedándose escondido. La bendición no es algo unidimensional, como la acumulación de bienes materiales. Que alguien diga: “He sido bendecido con una casa grande o un automóvil” es reconocer sólo una dimensión, pero la bendición no tiene sólo una dirección en la que nosotros somos únicamente los recipientes. Otra dirección de la bendición está velada del observador casual. “Bendición” en la Biblia es una de esas palabras que está llena de significado, como la palabra “paz” o “gracia”, dependiendo de cómo se use.

Más que un simple formalismo, la bendición tiene el poder de cambiar nuestras vidas y convertirnos en personas que bendicen. Regresemos al Antiguo Testamento, donde la palabra “bendición” está derivada de la palabra hebrea barak. Significa simplemente: “proclamar la intención de Dios” y “estar contento con el lugar en el que uno se encuentra”. En el Nuevo Testamento se usa la palabra eulogia, de la que obtenemos la palabra “elogio”. Eulogia significa “hablar bien de”, o “declarar la intención o el favor de Dios sobre alguien”. Tanto los elogios como las bendiciones son cosas hechas a medida.

Una verdadera bendición declarada sobre alguien o algo describe la forma en que Dios ve a esa persona. Es una perspectiva profética para ver la manera en que alguien o algo debe ser, no como puedan parecer en ese momento. Por tanto, cuando hablamos de bendecir a alguien, estamos diciendo proféticamente: “Que el Señor le dé todo lo que tenga planeado para usted”, o: “Que todas las expectativas de Dios para usted se cumplan en su vida”. Y sabemos que las intenciones de Dios para las personas son buenas. Visite por un instante Jeremías 29:11, o vuelva a leer los primeros capítulos de Génesis, y encontrará el corazón de Dios hacia nosotros, su creación.

Cuando declaramos bendiciones sobre nuestros hijos como hizo Jacob, estamos diciendo cómo debería ser su vida (véase Génesis 49:1-28). Jacob no estaba declarando la condición de sus hijos en esos momentos, sino la que tendrían. Si sigue a los hijos de Jacob por las Escrituras, es obvio que siguieron el camino profético de la bendición de su padre. La idea de bendecir no tiene nada que ver con si lo estamos viviendo o no en ese preciso instante. Entender esta verdad elimina nuestra tendencia a actuar como un juez o un jurado para ver si alguien se merece o no la bendición. Las intenciones de Dios no dependen de si el receptor tiene la actitud correcta o no. No tiene nada que ver con cómo sentimos y sí tiene mucho que ver con cómo Dios quiere que sean las cosas.

Cuando declaramos las intenciones de Dios, liberamos su capacidad para cambiar las cosas de lo que son a su plan deseado. ¡Qué respuesta tan radicalmente diferente a lo que tendemos a hacer en lo natural! Tendemos a agrandar el problema sin declarar los planes que Dios tiene al respecto. No es de extrañar que nuestras oraciones tengan más una naturaleza de informe que declarar la solución. Somos buenos informando del diagnóstico médico, de las condiciones que rodean a una situación, y cosas parecidas. Desperdiciamos mucho tiempo cuando repetimos continuamente el desastre que ocurrirá si Dios no interviene en la situación. Miramos a la situación desde la perspectiva de Dios cuando miramos con los ojos de la fe.

MUJER CON PROPOSITO


Propósito: Intención o voluntad de hacer algo/Objetivo, fin o aspiración que se desea lograr.

Toda mujer puede tener propósitos, aún en el ámbito secular y que sean éstos los que rijan mi vida: una carrera, prosperar económicamente, el deporte, una familia… y la lista es larga… Vamos , muchas veces, cumpliendo estos propósitos sin tener la satisfacción que pensábamos… y buscamos un nuevo propósito u objetivo para llenar el vacío… Una mujer que se aferra al propósito de Dios en su vida, no mirando “sus propios deseos” sino el deseo de Dios para ella, es la que encuentra la verdadera satisfacción y el verdadero fin por el cual ha sido creada.


• Reconoce a Dios como dador de la vida y que sin Él está perdida.
• Se ha encontrado a sí misma en Dios y sabe quién es: errores, debilidades y fortalezas.
• Entiende que su vida tiene un sentido especial para Dios, y por ende se prepara física, mental, emocional y espiritualmente para ese objetivo.
• Conoce la posición que Dios le ha dado.
• Persevera en cumplir lo que Dios ha marcado en su vida.

“Jehová cumplirá su propósito en mi; tu misericordia, oh Jehová es para siempre,; no desampares la obra de tus manos” Salmos 138:8

¿Cuál es el propósito de Dios para mi vida?

Propósito General: ¡¡Darle gloria a Él a través de mi vida!!!

• Efesios 1:12: Alabar Su Nombre
• Isaías 43:7 : Para Su Gloria.
• Efesios 2:10 : Para hacer buenas Obras.
• Génesis 2:20-24: Como ayuda idónea. Nuestro primer propósito que tenemos tiene que ver con nuestro hogar: esposos, hijos, casa. A partir de allí, nos extendemos a otros.

Para cumplir el propósito de Dios en mi vida debo cuidar mi comunión con Dios:

 Aférrate a la Palabra. Heb.4:12
 Afírmate en Oración. 1 Tes. 5:17
 Aléjate del pecado. 1 Tes. 5:22
 Anímate en la comunión. Heb.10:23-25

Busquemos ser mujeres con propósito para nuestro Dios, buscando Glorificarle y adorarle a través de nuestras vidas, estando listas para escuchar su voz en comunión y expectantes a los propósitos específicos que Dios tiene para nosotras.

VOCES CONTRARIAS


En 2 Crónicas 32 encontramos en la Biblia una historia en la que el rey Ezequías, luego de una gran muestra de fidelidad hacia Dios (instó al pueblo a buscar a Dios, mandó purificar el templo y quitar las cosas profanas; celebró la Pascua, reorganizó el culto, etc...), se vio amenazado por una inminente invasión de Senaquerib, rey de Asiria. Apenas se enteró Ezequías de que el rey asirio se acercaba a Jerusalén para atacarla, comenzó a tomar acciones concretas para hacer frente a la situación: se reunió con los jefes civiles y militares, propuso cegar arroyos y manantiales para que el enemigo no encontrara agua cuando llegara; se armó de valor y reconstruyó la muralla que había sido derribada; construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes, mandó fabricar lanzas y escudos y puso jefes al frente del ejército (vs. 3-6). Cuando terminó esa etapa, reunió a todos en la plaza y les dijo: “¡Cobren ánimo y ármense de valor! No se asusten ni se acobarden ante el rey de Asiria y su numeroso ejército, porque nosotros contamos con alguien que es más poderoso. 

Él se apoya en la fuerza humana, mientras que nosotros contamos con el Señor nuestro Dios, quien nos brinda su ayuda y pelea nuestras batallas”. Al oír las palabras de Ezequías, rey de Judá, el pueblo se tranquilizó” . (2 Crónicas 32: 7-8, NVI).


Desde Laquis, el rey de Asiria mandó a sus oficiales a decirle a Ezequías y al pueblo: “... ¿En qué basan su confianza para permanecer dentro de Jerusalén, que ya es una ciudad sitiada? ¿No se dan cuenta de que Ezequías los va a hacer morir de hambre y de sed? Él los está engañando cuando les dice que el Señor su Dios los librará de mis manos. (...) ¿Es que no se han dado cuenta de lo que yo y mis antepasados les hemos hecho a todas las nacio nes de la tierra? ¿Acaso los dioses de esas naciones pudieron librarlas de mi mano? Pues así como ninguno de los dioses de esas naciones que mis antepasados destruyeron por completo pudo librarlas de mi mano, tampoco este dios de ustedes podrá librarlos de mí. ¡No se dejen engañar ni seducir por Ezequías! ¡No le crean! Si ningún dios de esas naciones y reinos pudo librarlos de mi poder y del poder de mis antepasados, ¡mucho menos el dios de ustedes podrá librarlos a ustedes de mi mano!” (2 Crónicas 32: 10-12; 14-15, NVI).

Además de esto, los oficiales del rey de Asiria le gritaban al pueblo para infundirles miedo, inclusive lo hacían en lengua hebrea; también se referían al Dios de Jerusalén como si fuera igual a los otros dioses, fabricados por manos humanas (vs. 18-19).

A causa de esto, Ezequías clamó al cielo en oración: “Señor, Dios de Israel, entronizado sobre los querubines: sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has h echo los cielos y la tierra. Presta atención, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente. (...) Ahora, pues, Señor y Dios nuestro, por favor, sálvanos de su mano, para que todos los reinos de la tierra sepan que sólo tú, Señor, eres Dios.” (2 Reyes: 15-16; 19, NVI).

Dios respondió la oración de Ezequías y lo salvó a él y al pueblo de la mano de Senaquerib, y de todos sus enemigos (2 Crónicas 32: 22).

Muchas veces como cristianos nos encontramos en situaciones parecidas a la descrita anteriormente, nos disponemos a buscar a Dios, nos preparamos cada día para vivir en santidad e integridad, nos comprometemos con el servicio en la iglesia y parecería como que esos fueran los motivos suficientes para comenzar a recibir voces contrarias, es decir, frases y dichos de personas que nos quieren desanimar en nuestra determinación de mantenernos fieles a Dios.
A veces esas voces suelen venir de nuestro entorno más íntimo, de personas a quienes amamos, que no aceptan nuestra fe y nuestra decisión de seguir a Cristo. Es posible que nuestras amistades intenten desanimarnos con argumentos que pretendan refutar la existencia de Dios o la verdad del evangelio.

Posiblemente ante un momento difícil de la vida tengamos que enfrentarnos a frases similares a las que Senaquerib le mandó a decir a Ezequías y al pueblo: “No creas”, “¿En qué se basa tu confianza?”, “Mira tu realidad”, “No te dejes engañar”, “¿No te das cuenta de que no tienes salida?”.

Aunque esas voces que se levantan en contra suenen sofisticadas, contundentes y realistas, nunca tendrán la fuerza y la vehemencia de las palabras simples de una oración elevada al cielo provenientes de un corazón sincero, confiado y fiel.

“Señor, líbrame de los labios mentirosos y de las lenguas embusteras” (Salmo 120:2, NVI).

LUCHANDO POR TUS HIJAS


¿Qué se necesita para convertirse en una guerrera de la oración?


Con esta imagen mental de la mujer y mamá de Proverbios 31, lee las palabras de Efesios 6:12 que aparecen al comienzo de este capítulo. Es importante conocer a tu enemigo ¡y el de tu hija! La oración no es algo bonito que haces solo porque eres mamá. Su propósito no es que te sientas algo cálido y alegre. No, se trata de un enfrentamiento bélico contra los poderes de las tinieblas y del mal. De modo que permíteme preguntarte: ¿Qué harías, o darías o resignarías para convertirte en una guerrera de la oración eficaz para el beneficio de tu hija? Para ser una luchadora valiente por la vida y el alma de tu hija, se requieren, de entrada, dos cosas de ti.

Protege tu caminar con Dios

En primer lugar, es necesario que cuides tu caminar con Dios. Lo que quiero decir con esto es que una mamá conforme al corazón de Dios debe estar dispuesta a dejar atrás todo aquello que no le agrade a Dios, cualquier cosa que esté en contra de su Palabra y su voluntad, cualquier pecado, sea de la clase o de la magnitud que sea. Ya sea minúsculo o gigante en la escala humana, en la economía de Dios, un pecado es un pecado. Punto. Interrumpe tu caminar con Dios, tu comunicación con Él, tu comunión con Él y tu habilidad de orar eficazmente por tu hija. Dios pide que lo amemos y que lo obedezcamos a Él, en primer lugar, y luego que le pidamos en oración lo importante.

Nunca olvidaré el día cuando comprendí que no podía simplemente correr a Dios y entrar bruscamente en su presencia si las cosas no estaban correctas en mi caminar con Él. Quedó absolutamente claro que no podía pedirle nada hasta que le pidiera, en primer lugar, su perdón. Luego, podía elevar mi plegaria con respecto a mis hijas.

De principio a fin, observamos en la Biblia cuán crucial es nuestro caminar con Dios. Él nos dice en Santiago 4:8 que eliminemos el pecado, que limpiemos nuestras manos y nuestras vidas del pecado, y que purifiquemos nuestros corazones. En resumen, Él nos dice que no podemos orar hasta que obedezcamos. El salmista conocía este principio, pues escribió: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal. 66:18). Y Salomón lo dijo de la siguiente manera: “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable” (Pr. 28:9).

A este respecto, un erudito dijo: “Si nos negamos a arrepentirnos, si albergamos ciertos pecados, entonces se crea una pared entre nosotros y Dios… Nuestra actitud hacia la vida debería consistir en confesión y en obediencia”.

Pero, ¡he aquí las buenas noticias! Si el deseo de nuestro corazón consiste en seguir a Dios, al cuidar nuestro caminar con Él, se complace en escuchar nuestras oraciones. El apóstol Pedro nos asegura que “los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 P. 3:12).

Y aquí hay otra enseñanza que me impactó profundamente (¡estoy agradecida por ello!). Fue algo que uno de mis anteriores pastores recordaba constantemente a la congregación: “Dejen de lado sus pecados favoritos. Están en juego cosas más importantes”. ¡Vaya! Cosas más grandes —¡como la salvación de mis hijas y las decisiones que toman!— dependen de la oración. Cuando nosotras, las mamás, no mantenemos una relación correcta con el Señor, la relación de nuestras hijas con Él puede verse afectada, simplemente porque no podemos orar con eficacia por ellas. Nuestros propios pecados nos descalifican y nos impiden convertirnos en guerreras de la oración eficaces para nuestras hijas. El pecado silencia nuestra voz y anula nuestras peticiones elevadas a Dios en nombre de nuestra hija. Por eso, el mensaje de Dios para nosotras es que cuidemos nuestro caminar con Él: que eliminemos el pecado y que nos pongamos de rodillas. ¡Cosas más importantes están en juego!

Dedica tiempo

En segundo lugar, para ser una luchadora valiente por el bien de tu hija, tendrás que dedicar tiempo. Desde luego es verdad que todo lo importante para nosotros requiere de nuestro tiempo y de nuestra atención. Y orar por tu hija es, sin duda, una prioridad. Ella es tu carne y hueso, más cerca de ser tu clon que cualquier otra cosa o persona. De modo que será necesario que dediques una parte del tiempo que usas para actividades secundarias, a lo que es prioritario, es decir, orar por tu hija. De alguna manera, tienes que encontrar el tiempo. La Biblia se refiere a este cambio de actividades, de menor importancia a mayor, como el acto de aprovechar “bien el tiempo” (Ef. 5:16). En cuanto a ti y tu hija, Dios te ha concedido una “temporada” especial con ella, bajo tu techo y bajo tus alas, ¡y te aseguro que pasará rápido! Por lo tanto, aprovecha al máximo el tiempo que tienes ahora con ella. Y eso incluye reservar tiempo para orar por ella.

Aquí tienes un ejercicio rápido que te ayudará con eso, yo lo hago casi todos los días. Piensa en la cantidad de tiempo que pasas mirando el noticiario, tu programa favorito o el canal del tiempo. ¿Qué me dices del tiempo que dedicas al ejercicio físico, a las compras por Internet, al envío de mensajes por Twitter, a Facebook y a la correspondencia por correo electrónico con tu familia, amigos y conocidos? Cuando sumes todo este gasto de minutos y horas preciados, te darás cuenta de que, definitivamente, tienes tiempo para la oración; en especial, por la vida y el alma de tu hija. Cuando comparas cómo utilizas la mayor parte de tu tiempo con el tiempo que oras por tu hija, el panorama se esclarece sorprendentemente.

Por supuesto, no hay nada necesariamente malo en dedicar tiempo a estas cosas. Estas actividades nos mantienen en contacto con otras personas, nos proporcionan información, nos ayudan a cuidar de otros y de nuestras finanzas; hasta nos educan y nos brindan un momento agradable o un lindo descanso. Pero piensa en sumar una actividad más a tu tiempo; algo mucho más importante.

Considera agregar momentos de oración por ti, tu familia, tus ministerios, tu congregación y, en especial, por tu hija preciada. Y da un paso más y haz que la oración sea lo primero en tu lista de prioridades. Luego, espera y ¡observa cómo Dios derrama sus bendiciones! En primer lugar, tú eres bendecida porque, cuando oras, pones al Señor en primer lugar. Te transformas y creces a medida que hablas con Dios. Y, bendición sobre bendición, cuando oras por tu hija, ella también se beneficia. Ella es bendecida. Adaptemos esta famosa cita para aplicarla a nuestra hija: “No hay nada que nos haga amar más a una hija que orar por ella”.

INSEGURIDAD E INFERIORIDAD


La inseguridad y la inferioridad han apartado a muchos grandes hombres de Dios de su posición de honor y de su unción. Comienzan fuertes y humildes ante Dios, pero su vida termina en destrucción. Lo hemos visto a lo largo de la historia. Muchos siervos ungidos y escogidos de Dios terminan comiendo del árbol y provocan su propio fin. 

Probablemente uno de los mejores ejemplos en las Escrituras es la historia de Saúl y de David. Saúl había sido ungido rey de Israel y el Espíritu de Dios estaba sobre él (1 Samuel 9:15–16; 10:1). Pero Saúl era gobernado por la inseguridad y la inferioridad. Él se sentía tan inseguro acerca de su posición en el corazón de la gente, que se convirtió en esclavo del temor del hombre. Finalmente, eso lo llevó a la destrucción. En 1 Samuel 15, Dios le ordenó a Saúl atacar a los amalecitas y destruir todo: a todos los hombres, mujeres, niños y animales. Pero Saúl no obedeció la orden de Dios.

Saúl destruyó por completo a los amalecitas excepto a uno: a Agag, su rey. Y asesinó a todos los animales débiles y sin valor, pero salvó a los mejores. Saúl no tuvo el valor de destruir todo, no cuando el pueblo lo admiraría por traer a casa esos deseables botines. De manera que ignoró la orden de Dios. Cuando Saúl le reportó a Samuel los resultados de la batalla, él le dijo al profeta que había “cumplido la palabra de Jehová” (1 Samuel 15:13). Pero no engañaría a Samuel. Dios ya le había mostrado que Saúl no había obedecido sus órdenes (v. 10). Cuando Samuel confrontó a Saúl, Saúl intentó poner excusas y justificar su desobediencia.

Después de que Samuel presionara a Saúl una tercera vez y le diera la palabra del Señor, Saúl finalmente admitió su culpa e incluso la razón de su desobediencia. Saúl le dijo a Samuel: “Yo he pecado; pues he quebrantado el mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz de ellos.” (1 Samuel 15:24, énfasis añadido).

Este fue el comienzo del final del rey Saúl. Saúl le dio un punto de apoyo a Satanás cuando escuchó sus mentiras y no confió en que, debido a que Dios lo había colocado en la posición de rey, él podía mantenerlo ahí. En cambio, Saúl tomó el fruto del temor del hombre y más tarde de la desobediencia. Cayó en la presión política y terminó perdiendo su lugar con Dios.

La raíz de la inseguridad ahora se encontraba firmemente establecida en Saúl y él tuvo que pagar una dolorosa consecuencia: el Espíritu de Dios se fue de Saúl, quien deseaba desesperadamente conservar su reino.

La vida de Saúl refleja a muchos en la actualidad. Comienzan bajo la unción, pero terminan creyendo una mentira. Caen presas, porque su corazón era una puerta abierta a la inseguridad y la inferioridad. Debemos ir a lo profundo del espíritu hasta la raíz de la causa, si deseamos de verdad ser libres.

ALEGRIA POR TRISTEZA


Los actuales periódicos y las redes de noticias que informan las veinticuatro horas con frecuencia informan de noticias, como amenazas de guerra y terrorismo, que causan que las personas se vuelvan deprimidas y ansiosas.


Y lo que muchos estadounidenses están experimentando de primera mano es incluso más estresante que lo que ven en las noticias. Debido a la espiral descendente en la economía, muchos están perdiendo sus empleos, sus casas debido a las ejecuciones hipotecarias, o han perdido una gran cantidad de sus ahorros en el mercado de valores. Muchas personas que aún tienen un empleo trabajan más y más duro en los mismos puestos; algunos por menos salario y con menos beneficios para el trabajador.

También está el estrés familiar, no tener suficientes horas en el día para hacerlo todo. Además, muchas familias han sido destruidas por el divorcio o mezcladas mediante varios matrimonios, creando incluso más estrés. Muchos adolescentes se rebelan o abusan de las drogas. Incluso los niños se preocupan por cosas por las que nunca solían tener que preocuparse, como violencia callejera, tiroteos en las escuelas y secuestros de niños.

Situaciones como estas pueden causar que incluso los más optimistas de nosotros nos volvamos estresados, ansiosos, preocupados, temerosos o un poco abatidos. Pero para algunos, estos sentimientos no pasan con rapidez; en cambio, se quedan y se convierten en depresión y ansiedad.

La depresión y la ansiedad pueden conducir a grave dolor emocional juntamente con síntomas físicos, matrimonios y relaciones destruidas, abuso de sustancias o pérdida del empleo como resultado de las ausencias habituales. La depresión y la ansiedad pueden llegar hasta el punto de evitar que usted viva una vida productiva y satisfactoria. Si esto le describe a usted o a algún ser querido, es probablemente el resultado de la depresión o la ansiedad; o ambas. Por ahora nos enfocaremos en la depresión.

Es normal que las personas se sientan “bajas” o estén “desanimadas” cuando experimentan una circunstancia triste, como la muerte de un ser querido o un amigo, la pérdida de un empleo, un divorcio, separación o alguna otra pérdida importante. Sin embargo, cualquiera que experimente depresión continua sin una causa reconocible debería saber que puede que eso sea una señal de advertencia de importante depresión, una aflicción que afecta a millones de personas en todo el mundo.

La buena noticia es que usted puede vencer esos estados. Dios le ha proporcionado recursos en las esferas tanto natural como espiritual para derrotar la depresión y la ansiedad. A medida que usted dé los pasos positivos, la esperanza debería comenzar a sustituir a la depresión y la paz interior vencerá la ansiedad. (Nota: si su depresión persiste o empeora, consulte con un médico, pastor, psicólogo, consejero de salud mental o consejero cristiano. A veces incluso los más fuertes entre nosotros necesitan una mano que les ayude a vencer un obstáculo).

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. —Filipenses 4:6-7

Factores espirituales de la depresión

Todos los tipos de depresión tienen un hilo espiritual común: la falta del gozo de Dios en nuestra vida. Sin gozo en nuestro corazón, nos quedamos sin la energía necesaria para lograr el propósito de Dios para nuestra vida. Pero cuando somos llenos del Espíritu Santo, nuestro pensamiento se vuelve cada vez más como el pensamiento de Dios, y somos llenos de la creencia de que todo es posible mediante la fe.

Dios nos promete hacer pleno nuestro gozo. “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido” (Juan 15:11). Yo creo que el mejor antidepresivo en su vida es la Palabra de Dios. Confíe en las promesas de Él y busque su gozo abundante por medio de:

La lectura de la Biblia diariamente y la meditación en su Palabra
Ser lleno diariamente del Espíritu Santo de Dios
Memorizar escrituras
Practicar el pensar según la Palabra de Dios (Filipenses 4:8), hablar palabras dignas de fe, desechar pensamientos que sean contrarios a la Palabra de Dios y practicar la gratitud.
No se desaliente. Ya está usted dando pasos de gigante hacia ser lleno del gozo de Él y ser libre del espíritu de depresión y tristeza.

¿QUE ESPERA DIOS DE UNA MUJER?


La mujer de hoy necesita más que una paga igual por un trabajo igual. Necesita reconciliarse con las complejidades de un mundo que está enviando señales variadas acerca de lo que ha de ser una mujer.


Necesita recobrar su dignidad a pesar de la pornografía, la rebeldía de los adolescentes, el divorcio y las desventajas económicas. Una mujer tiene que vencer la fatiga, la desilusión, la ira y la depresión. El problema no ha surgido de la noche a la mañana.

Hace 30 años, el artista de jazz Billy Tipton se dio cuenta de que la sociedad no le iba a dar a una mujer la oportunidad en el campo del jazz. Billy vivió 30 años como hombre. No obstante, cuando murió de repente, el personal médico de emergencias descubrió que era una mujer. Su vida nos recuerda que nuestro mundo sí trata a los hombres y a las mujeres de manera diferente. La vida de Billy nos recuerda, además, que las mujeres a veces creen que es necesario esconder su femineidad para hallar realización en un «mundo masculino».


En el principio, la mujer fue creada para que fuese compañera, para conversar y cogobernar la tierra. Hoy día no es la persona que solía ser.
Tampoco lo es su contraparte masculina. Ambos sufren de distorsiones de género que limitan su capacidad de darse mutuamente el amor y la ayuda que debían darse según el propósito de su creación.
Ambos reflejan caricaturas que traicionan su conflicto interno. Desafortunadamente, no hay una manera segura de equivocarse. Ambos sexos sufren los errores del otro, pero las mujeres parecen sentir de una manera más aguda los síntomas que resultan de la pobreza, la soledad, el aburrimiento, el abuso y la depresión.
En muchos casos, las mujeres ven que el daño se transfiere a sus propios hijos, los cuales dejan el hogar enojados, confundidos y preguntándose si realmente vale la pena vivir la vida que su madre les dio.

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ABUSO CONYUGAL


Usted no tiene que desperdiciar el dolor de su abuso con más negaciones o tolerancia pasiva de la conducta ilegal e impía de su esposo. Hay ayuda para los que aprenden a responder de una manera cristiana y bíblica cuando la violencia llega al hogar.

¿Cómo se define el abuso conyugal?

El abuso conyugal es el mal uso del poder y el control. Es un intento de coaccionar y controlar al cónyuge a través de medios físicos y no físicos. Entre los ejemplos físicos específicos se pueden citar bofetadas, arañazos, mordidas, patadas, empujones, ahogos, golpes, asalto sexual, puñaladas y disparos.
Ejemplos de intentos no físicos de intimidar y controlar serían un andanada constante de insultos, intención de que la otra persona se sienta culpable, humillaciones, críticas y amenazas.
Los cónyuges abusivos también pueden dominar limitando la conducta y amistades de sus esposas(os), aplicándoles el tratamiento del silencio, imponiendo restricciones económicas estrictas, o rompiendo objetos que para sus cónyuges son muy queridos.

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¿CUANTO TIEMPO TIENE?


Creo que es muy importante y crítico que las personas aprendan, tan pronto como se elevan a la categoría del liderazgo, que son prescindibles. Yo siempre estoy en contacto con mi muerte. Hágase amigo de su deceso. Piense siempre de sí mismo como una flor que se marchita y se vuelve polvo. Usted puede estar hoy aquí y no estar mañana. Piense de esa manera, y trabajará más en las cosas correctas, cosas como invertir en las personas.


¿Ha observado que nadie vive para siempre? Muchos de nosotros probablemente tengamos unos buenos setenta años, si somos bendecidos con buena salud. Si somos muy, muy bendecidos con la gracia, podemos llegar a los setenta y cinco u ochenta años de edad. Después de eso, la mayoría de nosotros somos incapaces de contribuir efectivamente a nuestra generación.

Pocas personas son bendecidas para vivir y ver los cien años o más, pero finalmente morirán. Tenemos que prepararnos para eso. Un verdadero líder siempre está preparando su partida. Cada día que vivo, escribo mi obituario. Cada día, decido lo que la gente dirá sobre mi cadáver. Lo estoy escribiendo yo mismo, y espero que usted escriba el suyo. ¿Qué dirán de usted cuando haya muerto?

El éxito del liderazgo no se mide por lo que usted ha hecho, sino por lo que ha transferido exitosamente a la siguiente generación: la visión, la pasión, los ideales y los sueños que usted no vivirá lo suficiente para finalizar. ¿Puede dárselos a otro? Eso es el éxito de su liderazgo.

Así es como usted lo mide: viviendo para siempre a través de la gente. Usted sabe que va a morir, así que podría hacer que valiera la pena. Haga algo que lo hará vivir más allá del cementerio. No viva solo para usted mismo. El liderazgo consiste en transferir: en la cesión deliberada del poder.

Si somos buenos líderes y buenos padres, queremos dejarles algo de lo que hemos acumulado a los que dejamos atrás. Queramos o no, tenemos que dejar todos nuestros bienes materiales, como nos recuerda Job, el sufriente siervo de Dios del Antiguo Testamento. Job 1:21: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”

Podemos prepararnos al escribir un testamento o comprar un seguro y designar un beneficiario. Podemos nombrar una custodia para nuestros hijos dependientes o determinar que nuestras mascotas vayan a un buen hogar. Podemos dejar nuestras empresas a nuestra viuda, o viudo, o a nuestros hijos. Sin embargo, algunas personas ni piensan en estas cuestiones o mueren antes de haber tenido la posibilidad de expresar sus deseos para el futuro. Nadie sabe cuándo se acabará nuestro tiempo, como dijo Jesús: Mateo 25:13: “Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora”.

Tal vez todo lo que usted tenga para legar sean las cosas que ha enseñado a sus hijos, los hermosos recuerdos que compartió con su esposo, el fondo de comercio que hizo crecer su compañía, o las generosas obras que realizó por medio de su ministerio. Ese es su legado.

CAMBIANDO LA SOCIEDAD


La gracia de Dios sobre la vida de Jesús le otorgó la capacidad para cambiar las sociedades de las que fue parte. Fue a una boda en Caná. Las bodas no eran asunto de poco; todo el pueblo participaba. Esta boda en particular estaba a punto de fracasar porque los anfitriones se quedaron muy pronto sin vino. ¿Se imagina la vergüenza que sentirían esas dos familias durante años? Pero un encuentro con la gracia de Dios en Jesús, y la boda fue elevada a un nuevo nivel de excelencia.


En otra comunidad llamada Naín, el gobierno iba a tener que dar provisión a una viuda que acababa de perder a su único hijo. Durante el resto de su vida, el estado tendría que darle comida, ropa y vivienda del dinero de los impuestos. Sin embargo, un encuentro con la gracia de Dios sobre Jesús, y el estado no tendría que darle dinero. Su dignidad quedó restaurada y su posteridad continuó (véase Lucas 7:11-15).

En otra ciudad, Jesús se encontró con el líder del crimen organizado. Estamos hablando de alguien que actualmente estaría considerado como el padrino del sindicato. Un encuentro con la gracia de Dios sobre Jesús, y Zaqueo prometió hacer una sociedad más segura, y un lugar más próspero para vivir. La gente ya no sufriría los robos del recaudador de impuestos. Y no sólo eso, sino que Zaqueo dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres”. ¡Las víctimas de la asistencia social de la ciudad se beneficiarían! Y no se quedó ahí. Zaqueo prometió devolver el 400 por ciento a todo aquel al que hubiese robado, estimulando así la economía de la región (véase Lucas 19:1-8). ¡Otro encuentro con la gracia de Dios consiguió todo eso!

En otro incidente, un joven que estaba demente (había perdido su mente por completo) había sido abandonado para sufrir. No tenían instituciones estatales de salud mental en esos tiempos, sino que el gobierno tenía que soportar la carga de cuidarle. Tenían que usar el dinero de los impuestos para darle alimento, vestido y protección. Se necesitaba mucha ropa, porque el joven la rompía constantemente. Sin embargo, un encuentro con la gracia de Dios sobre Jesús, y este hombre que estaba mal de la cabeza fue sanado. Ya no tenía que seguir destinado a la soledad a costa de los contribuyentes. Ya no necesitaría cuidado y protección, y los fondos podrían usarse para ayudar mejor a la comunidad. ¡Y ahora las diez ciudades de la región de Decápolis oyeron del Reino de Dios a través de este hombre que se había encontrado con la gracia de Dios (véase Marcos 5)!

Piense en todos los sordos, ciegos, cojos, enfermos y otras personas físicamente afectadas a los que el gobierno ya no tendría que atender debido a la gracia de Dios sobre Jesús. No sólo eso, sino que esas personas se convirtieron en ciudadanos productivos en su sociedad. Podríamos continuar con más casos, incluso más de los que se han escrito en los Evangelios, porque como vimos anteriormente, Juan escribe que todos los libros del mundo no podrían contener los milagros de gracia llevados a cabo por Jesús en sus tres años de ministerio público.

Recuerde: Jesús prometió que “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12). ¿Cómo? Por medio del regalo gratuito e inmerecido de la gracia de Dios. Tenemos que cambiar nuestra sociedad de la misma manera que Jesús cambió la suya: ¡a través del regalo de la gracia de Dios!

¿COMO VIVIMOS?


Probablemente, la mayoría de nosotros afirmaríamos que jamás confiaríamos en el diablo. Pero quizás no se nos ocurre que poner nuestra fe en alguien o algo además de Dios solo crea curas sintomáticas y en realidad constituye idolatría. Un ídolo es toda cosa en la que usted confía más que en Dios, o todo aquello con lo que tenga que consultar antes de decirle sí a Dios.



En mi propia vida, a veces he luchado con el temor a la muerte. Si tengo algún síntoma físico negativo, de inmediato voy al médico para ver qué anda mal y lo que puede hacer para ayudar a curarme. Permítame dejar en claro que de ninguna manera me opongo a que vea a un médico cuando está enfermo. Jesús mismo dijo que los enfermos tienen necesidad de médico (vea Mateo 9:12). Pero una vez que se han realizado todos los exámenes y llegan los resultados, seguimos teniendo que decidir si confiaremos en Dios o en el hombre.

Es muy importante que no confundamos los hechos con la verdad. Los médicos, por ejemplo, están entrenados para darnos los hechos. Su trabajo es diagnosticar nuestra enfermedad e identificar el mejor tratamiento basándose en su entrenamiento, experiencia y en la información disponible. Pero la verdad “lo que Dios dice respecto de una situación o circunstancia” anula los hechos. Por lo tanto, un médico nunca debería tener la última palabra respecto de nuestra enfermedad o tratamiento. Siempre debemos consultar con el Gran Médico y guiarnos por su pronóstico antes de someternos a la profesión médica.

A menudo tememos lo peor cuando vamos al médico o cuando nos encontramos en alguna otra situación en la que nos sentimos impotentes. El apóstol Juan escribió: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor” (1 Juan 4:18). Piense en esto: si nuestro Papá es Dios e hizo todo lo que hay en el universo simplemente por llamarlo a la existencia, y nos ama tanto que envía a su Hijo a morir por nosotros, ¡entonces lo lógico es que la preocupación sea totalmente irracional!

¿No es verdad que toda ansiedad, temor y tormento en la vida de un cristiano tiene su origen en el hecho de que hemos olvidado quiénes somos y/o de quién somos? Esto nos lleva nuevamente a lo que aprendimos de la vida de Nehemías y la tentación de Cristo en el desierto. En ambos casos, la artera estrategia del enemigo era tratar de cuestionar quiénes eran.

Si usted está luchando con ansiedad, tormento, temor, baja autoestima, depresión o cualquier otra emoción negativa, es muy probable que haya olvidado que el Creador del universo lo ama. No haga caso de los cuestionamientos del enemigo sobre lo valioso que usted es. Como dice el pastor Bill Johnson: “Todo pensamiento que no inspira esperanza está arraigado en una mentira”. ¡Dejemos de creer mentiras! Abracemos la verdad y vivamos en paz.