CENICIENTA


"Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna". (Juan 3:16)

Un día, leyendo noticias por Internet, me encontré este titular en un diario inglés: "Desde Cenicienta, no se le pone tanta atención a un pie". La noticia a continuación informaba sobre la lesión de un jugador de fútbol de aquel país.

La ingeniosa frase me hizo recordar por un momento el cuento de la Cenicienta, que la mayoría de nosotros recordamos: una pobre, disminuida y humillada muchacha, que a raíz de una serie de hechos particulares terminó deslumbrando al príncipe, al punto de lograr que este fuera por todo su reino a buscarla pie por pie –literalmente-, para terminar viviendo felices por siempre.

Quizá te preguntes qué tiene que ver eso contigo. ¿Te das cuenta de que la historia de la Cenicienta puede tener mucha semejanza con nuestra historia personal con Dios? Estando perdidos y sin esperanza, se hizo hombre para venir a buscarnos, no porque le hayamos deslumbrado sino porque Él pensaba en nosotros, nos amaba y deseaba que pasáramos la eternidad a su lado. No traía un zapato como requisito para escogernos, sino que por el contrario, quitó cualquier requisito que nos impidiera acercarnos y ser parte de su reino.

¿Has pensado últimamente en eso? Quizá también te hayas sentido como la Cenicienta en algún momento de tu vida, o lo estás sintiendo en este instante; pero la buena noticia es que el Creador del universo pensó en ti y ha venido a buscarte. El texto de Juan 3:16 aún sigue vigente para todos nosotros.

Oración
Señor, te agradezco que hayas pensado en mi desde antes de que el mundo fuera creado. Ayúdame a recordar tu compañía y amor cuando me sienta desanimado y sin fuerza para seguir caminando hacia la meta. En el nombre de Jesús. Amén.

UN CLAMOR POR ISRAEL



Este mes, las Naciones Unidas votarán una resolución para reconocer a los palestinos, como una nación legítima.
Si son exitosos, los palestinos sin duda se moverán a reclamar como su tierra el lado oeste del territorio donde habitan, y a Jerusalén como su capital. Esto sería catastrófico para la nación de Israel.
Destruir a los escogidos de Dios y eliminar la nación judía del mapa, ha sido una política declarada por parte de los enemigos de Israel.
Los terroristas y dictadores musulmanes, rodean Israel. Sin embargo, Israel se mantiene como un verdadero bastión de la democracia: firme, sola en el Medio Oriente, mientras las naciones del mundo se unen en su contra.
Le doy gracias a Dios que fuimos testigos de su Palabra en 1948, cuando Él regresó a los judíos a su tierra y se formó la nación de Israel.
Sabemos que la tierra israelita pertenece a los judíos como heredad, entregada a ellos por Dios en un pacto con sus patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob.
Como nos dice el profeta Ezequiel: “y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos”.
Hoy les pido, estimados amigos, que oren por Israel. Juntos, pidámosle a Dios por estas cosas específicas:
Primero, orar para que las Naciones Unidas fracasen en sus intentos por dividir a Israel con la creación de una nación palestina.
Luego, orar por la promesa de Dios, de que Israel nunca sea dividido en dos reinos otra vez.
Finalmente, orar por la paz de Jerusalén, conforme nos instruye la Palabra de Dios.
Queridos amigos, Dios promete bendecir a quienes bendicen a sus escogidos y maldecir a quienes maldicen a Israel. Unámonos en fe en esta hora crítica, para bendecir a Israel y pedirle a Dios que intervenga y le dé victoria sobre sus enemigos.

MISIONERA EN JORDANIA ES UN ANGEL EN EL DESIERTO


Conocida como la “Madre Teresa de los beduinos”, aunque no le gusta esa descripción, Aileen Coleman, una misionera australiana de 77 años ha pasado 50 de ellos, sirviéndoles a los pobres en el Medio Oriente.

“Si, no he sufrido nada. Una vida maravillosa. No me arrepiento”, dijo Coleman.

Esta misionera dirige un hospital misionero en el desierto de Jordania proveyendo atención médica a los beduinos, una tribu nómada de árabes que se están asentando cada vez más en un solo lugar.

“Tengo grandes amigos entre los árabes. Creo que algunos de mis mejores amigos en el mundo son musulmanes que nos han cuidado y en tiempos de conmoción política nos han alimentado trayéndonos comida, y por eso son una gente grandiosa”, comentó Aileen.

Aileen salió por primera vez al Medio Oriente cuando solo tenía 25 años. Eran los años cincuentas, época donde era raro que una mujer sola asumiera los retos del trabajo misionero, y más dirigiéndose a una sociedad donde la mujer jugaba un rol muy distinto.

Aileen mencionó que las mujeres son consideradas como ciudadanos de segunda clase y sin autoridad dentro de la familia, “Por ejemplo, yo aprendí a nunca presentar mi mano para saludar. Yo espero hasta que el hombre extiende la suya y luego correspondo.”

Pero este no fue el único reto cultural al que tubo que enfrentarse.

“Ayudamos a la esposa de uno de los sheiks a quedar embarazada y en agradecimiento ella hizo una fiesta para nosotros. Le sacó un ojo a una oveja y todos se detuvieron porque estaban muy impresionados de que ella me hubiera dado el ojo. Le pregunté a otro de los misioneros que debía hacer con eso. Ella dijo cómetelo. Entonces con gran dificultad y oración, me lo tragué todo.”

Aileen trabajó por 10 años en un hospital misionero en Belén, donde conoció a su mejor amiga la Dra. Eleanor Salto y con quien pronto decidió unir fuerzas, “sentimos que Dios quería que nos moviéramos al otro lado del río Jordán para vivir entre los beduinos. Para estar cerca de ellos y darles cuidados médicos y simplemente aprender su cultura y ser parte de sus vidas”.

Así que salieron juntas hacia Jordania sin un destino específico en mente y ningún lugar donde quedarse, y en donde los primeros años no fueron fáciles – dormían en el piso, con ratas por todos lados, inviernos amargos, y tormentas de arena destrozaban la tierra seca siete meses al año.

Su perseverancia les dio el apodo de “ratas del desierto”, como a los soldados australianos que lucharon en el Norte de África.

Esos humildes inicios lanzaron el Sanatorio Annoor para Enfermedades del Pecho, un hospital misionero de 60 camas que da cuidados médicos prácticamente gratuitos, “Nosotros cobramos por un mes de hospitalización con cuidados completos diez dólares canadienses si los tienen. Y muchas veces son tan pobres que es gratis. Tratamos de hacerles pagar un poco porque les ayuda sentir que han pagado algo en relación con el costo de sus cuidados”, explicó Coleman.

El personal del hospital comparte libremente sobre su fe en Jesús, algo prohibido en Jordania, al tratarse de un país musulmán; sin embargo, al ser dueños de la propiedad en la que se encuentran, las autoridades no lo consideran evangelismo sino adoración dentro de los límites de su propiedad.

Aileen trabaja en la actualidad sin la Dra. Salto, quien murió en un incendio en 1997.

Pero no esta sola, junto a ella están los trabajadores beduinos que ha entrenado, 20 misioneros sirven ahora en el hospital. Aileen menciona que nunca se casó, pero que de haberlo hecho no hubiera logrado todo lo que ha hecho.

“Yo disfruto ser soltera y creo que ha sido un gran don de Dios. No soy feminista, no estoy contra el matrimonio, pero para mi ha sido una opción de Dios buena, perfecta y aceptable. Y no me arrepiento de ser soltera”.

Y aunque nunca tuvo sus propios hijos, recibió y cuidó a nueve beduinos huérfanos.

El trabajo de Aileen ha sido plasmado en un libro, y ha recibido reconocimiento tanto del rey como la reina de Jordania, así como de la Reina Isabel – premios que mantiene guardados en una caja, “creo que como sirviente de Jesucristo, él me está honrando – no es que necesite ser honrada por Él, pero su aprobación a lo que hago es mucho más importante para mi”.

DONES DEL ESPIRITU


Hay quienes sostienen que los dones del Espíritu Santo únicamente fueron de la era de los apóstoles, sin embargo, hoy por hoy y tal vez más que antes, podemos advertir que el despertar del mover de Dios en las comunidades está en aumento.
Empero, cuál es el mayor problema al que nos enfrentamos como cristianos, y es precisamente a la ignorancia. Cuántos de nosotros somos creyentes de muchos años y no conocemos al menos el don que hemos recibido. Ignoramos que somos instrumentos en manos de Dios y que él nos ha capacitado para llevar a cabo sus propósitos. La ignorancia acerca de los dones espirituales es una desventaja a la que no podemos seguir dando la espalda.
Existen promesas de Dios de manifestar los dones del Espíritu Santo en este tiempo, el postrero en todas las edades. Es el último gran avivamiento, debemos orar y ayunar para que esta gran bendición se manifieste en todas las Iglesias. Joel 2:15-29